1. Mi verdadera defloracion


    Fecha: 08/08/2020, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... mostrando y exponiendo sus miembros a un roce mas cercano, casi intimo a mis carnes. El pudor me empujaba a rechazar este atrevimiento pero sin demasiada convicción y al final aceptaba de mala gana pero en secreto sabía que gozaría más pues sentir la dureza de la virilidad a traves de solamente la tela delgada de mis pantalones me excitaba sobremanera. Y así terminó el año y con el nuevo año estas practicas se olvidaron y me quedé solamente con mis juegos solitarios y mis fantasias en casa. Descubrí internet y gracias a eso descubrí con admiración el sexo y todo lo que pueden hacer un hombre y una mujer. Envidiaba a las mujeres. Envidiaba su sensualidad y su belleza, sus movimientos y sus ademanes, su modo de actuar, el ambiente de seducción que se creaba, como mostrando de a pocos las partes del cuerpo lograban encender la pasión en los hombres, y como una vez encendida esta pasión, voluntariamente se dejaban someter, se entregaban despreocupadamente al hombre dejandolo hacer, permitiendole la iniciativa para que él haga su voluntad y ellas complacientes se concentraban sólo en gozar desenfrenadamente. Envidiaba los gemidos y sus largos suspiros, y finalmente esos orgasmos sentidos, largos y profundos. Alberto seguia en mi salon y empecé a sentirme atraida hacia él. En el colmo de la osadía lo invité a casa y me mostré a él como una niña, como una mujer y no le dejé escapatoria, no se pudo resistir. Perdí la virginidad Nos hicimos amantes y en consecuencia me poseia casi a ...
    ... diario. Y con cada encuentro, reafirmaba en mi el rol que deseaba interpretar en mi vida. Anhelaba ser deseada, despertar pasiones y deseos. Si, y sobre todo entregarme, entregarme a la lujuria y al desenfreno viril masculino y ser poseida. Y gozar. A mis 14 años me atreví a salir a la calle vestida de niña, fué una experiencia unica. Sentía las miradas de todos, sentía burlas y recriminaciones, sentía el deseo de correr y esconderme y desaparecer. Pero nada de eso fué verdad. Nadie se burló. Nadie se percató de mi. No corrí ni me escondí. Simplemente caminé. Y disfruté el paseo. Caminé bajo el sol de primavera, sentí el calor en mis piernas, el volar de mi falda y mis cabellos sueltos al viento, la ropa intima de mamá que se sentía diminuta en cada paso y disfrutaba el sujetador que había comprado hace poco para realzar mis pequeñisimos senos. Sonreí a la gente y algunos me correspondieron el sonriso. Me sentí feliz y realizada. Repetí esta aventura muchas veces. Y así fué que en una de estos paseos lo conocí. Era un hombre alto, 195cm, corpulento pero no gordo, de 30 años, ojos claros y vellos en todo el cuerpo. Me abordó. Me preguntó por una dirección, solamente era un pretexto. Me invitó a su casa. Me dijo: * Tengo ropa que estoy seguro te va a gustar y que querras probarte * Y por que crees eso? – pregunté * Por que creo saber cuales son tus gustos y deseos. Yo trabajo aqui, te he visto antes Estabamos en frente a un edificio de oficinas. Me negué a su invito. Me dijo: * ...
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