1. Marcela una jueza golosa


    Fecha: 26/06/2017, Categorías: Confesiones Autor: claudiob, Fuente: CuentoRelatos

    ... solos.
    
    Si bien nos tocaron mesas diferentes, logré cambiar de ubicación con otra persona y compartimos mesa, por lo que nuestra conversación prosiguió.
    
    Casi todos los bailes fueron sueltos, pero eso solo sirvió para que, viéndola moverse, aumentaran mis deseos de estar con ella. No probó el alcohol, por lo cual vi que mis deseos de estar con ella eran pocos, pero el ver cómo me miraba y me sonreía me hacían tener esperanzas de que algo pasase; no obstante cuando llegó la hora de irse, al no haber pasado nada, me resigné a tener que recurrir a Manuela para darle tranquilidad a la bestia que tenía entre mis piernas. No obstante al acercarme a ella, para despedirme, me preguntó si la podía acercar hasta su casa, pues cuando llamó a la remisería, que la trasladaba siempre, le dijeron que no tenían ningún vehículo disponible. Obvio que le dije que sí. Al subir a mi coche observé esas piernas que me habían enloquecido durante toda la noche, por lo cual a fin de, aunque mas no fuese, poder rozar una, no bien salimos del estacionamiento deje mi mano derecha sobre la palanca de cambios; aparentemente ella se dio cuenta de mi intención pues no terminamos de recorrer una cuadra que ya su pierna apretaba mi mano contra la palanca de cambios. Yo la miré y nos sonreímos, como tantas veces esa noche.
    
    Le pregunté dónde quedaba su casa, ella me dijo que no lo recordaba por lo que mejor fuésemos a la mía; no me lo hice repetir y enfilé rumbo a mi casa al tiempo que quite mi mano de ...
    ... la palanca de cambios y la llevé, recorriendo su muslo, sobre su vagina, pero me parece que no le gustó, porque cerró sus piernas y agarrando mi mano me la llevó nuevamente a la palanca de cambios, al tiempo que me decía que dejase quieta mi mano y me concentrase en el camino. Pensé que la había cagado pero cuando volvió a apretar mi mano con su pierna me tranquilice.
    
    Llegamos a mi casa y no bien entramos me preguntó dónde estaba el baño, se lo indiqué y hacia allí fue, mientras me pidió algo de beber. Le serví un vaso de jugo pero, al regresar, me dijo que prefería un whisky, yo le dije que como no la había visto tomar alcohol en toda la noche pensé que no tomaba, a lo que me respondió que en las fiestas no tomaba pero que si lo hacía en la intimidad, motivo por el cual le serví un whisky y serví otro para mí; cuando se lo di brindamos por habernos encontrado y después de hacer un fondo blanco, nos miramos y nos besamos.
    
    Empezamos a bailar, sin música, y los pasos nos fueron llevando hacia mi habitación; al llegar a ella ya mis manos acariciaban sus nalgas y mi pene estaba parado contra su concha. Ella lo debió de haber sentido oprimido pues su mano derecha bajo el cierre de mi pantalón y buscó liberarlo de su encierro, algo que hizo mientras se sentaba en la cama y comenzó a darle pequeños besos en la cabecita. Yo comencé entonces a quitarme la corbata y la camisa, tirando ambas prendas al piso y sacándome el cinturón deje que mi pantalón cayese también a él. Al ver ...
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