1. Saboreando el juguete de mi mujer


    Fecha: 17/07/2020, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hacia ya dos meses que mi mujer dormía en el dormitorio que fue de los niños y que ahora estaba desocupado. Por un mal entendido me tenia castigado, sin hablarme y dejando el dormitorio.
    
    Somos un matrimonio sobre los 55 años que hasta ese malentendido teníamos una relación muy buena en lo familiar, social y en el sexo. Y ella sabia perfectamente donde estaba mi debilidad. Las dos primeras semanas fueron relativamente normales. A partir de la tercera, ya el cuerpo, la mente y la calentura empezaron hacer estragos. Buscaba mil formulas para reencontrarme con mi mujer, pero, era imposible y seguía bajo el yugo de ella. La desesperación me llevo a masturbarme casi todos los días. Ya a fin de mes, no bastaba la masturbación, iba al canasto de la ropa sucia y sacaba un calzón de mi mujer. Con una mano lo sujetaba en mi nariz y con la otra me restregaba hasta eyacular. A la semana, ya no era suficiente y buscaba distintas formas y fantasías para desahogarme. Mi señora se cambió de cuarto, pero sus cosas permanecían en nuestro dormitorio. Algunas noches jugaba con su ropa interior para acelerar mi excitación y acabar más rico.
    
    Ya estábamos llegando a los dos meses y mi mujer, a pesar de todos mis ruegos, no cedía. Lo único que había conseguido era que me hablara. Una noche desperté super caliente, seguramente algún sueño que nunca recordé. Me levanté sigilosamente y fui al cuarto de mi señora. Como es su costumbre estaba destapada y totalmente desnuda. Habitualmente duerme ...
    ... con la parte superior del pijama. Si al llegar a la puerta mi pene estaba erecto, al ver sus nalgas al aire me dio un espasmo que casi termino sin tocarme. Intente acercarme a la cama, pero en ese instante se da vuelta y queda de espalda con sus piernas levemente abiertas. Seguí avanzando con la clara intención de meter mi mano en su entrepierna, pero me detuve. No podía llegar a esa acción, significaría un retroceso en mi proceso de acercamiento y regularización de nuestra relación. Volví nuevamente a mi cuarto y abrí su cajón de la cómoda en busca de una prenda para desahogarme. En ese momento recordé nuestros juegos sexuales que incluía un consolador. Era un aparato negro de respetable tamaño. Metí la mano al fondo donde lo encontré. Abrí la caja y al verlo me bajo una extraña sensación. Siempre fueron nuestras mejores sesiones de sexo cuando mi mujer lo pedía y recordaba sus jadeos cuando se lo introducía. Eran sesiones lujuriosas donde en mas de una oportunidad me rogaba para que le aceptara introducírmelo. Siempre le dije que no, pero por simple coincidencia fueron los momentos donde mi excitación llegaba al máximo y ella, la muy bandida, se daba cuenta perfectamente del efecto.
    
    Ahora, estaba ese tercero en mis manos y mi excitación no era menor a aquellos momentos recordados. Me fui a la cama con el y con sentimiento de culpa, lo instalé en mi entrepierna apuntando a mi ojetillo excitado. Fue una paja espectacular, tan espectacular que me quede dormido a los pocos ...
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