1. EL BUEN HERMANO


    Fecha: 03/07/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Éramos tres hermanos varones más mis padres, hasta que llego el día más terrible y se llevó a estos últimos en un accidente de tránsito, dejándonos huérfanos y con una tristeza enorme. Bruno, el menor de 10; Sebastián de 17, rubio y precioso como su hermanito. Y yo, Javier, a punto de cumplir 24, un muchacho blanco de cabello negro, delgado pero en forma, que tuve que hacerme cargo de todo en el hogar con ayuda de mis tíos y los amigos íntimos de la familia. Fue difícil al principio como es de esperarse. Abandoné mis estudios y me dediqué a los negocios de mi padre en conjunto con mi tío. No entraré en detalles referidos a lo económico ni a cómo nos fuimos acomodando día a día tras la tragedia. Solo contaré lo que realmente importa. En casa solo éramos nosotros tres, tres hermanos con un oscuro secreto; nos amábamos, no como los hermanos lo hacen, si no de verdad, apasionadamente. Y trataré de ser claro y directo en cuanto a cómo empezó nuestra increíble relación amorosa. Tenía 21 y él 15 cuando sucedió el primer encuentro. Yo no vivía con mi familia, alquilaba un departamento cerca de la facultad a la que iba, pero me quedaba a dormir en casa cada tanto para no perder el tacto, y principalmente porque no podía estar lejos de mis hermanos. Mi adorable hermanito Sebastián, de 15, estaba en pleno desarrollo y con las hormonas revolucionadas. Hacía tiempo que no podía controlar sus erecciones, y como compartíamos el cuarto, con frecuencia lo notaba ruborizado, tratando de que ...
    ... no descubriera el firme bulto que se le marcaba en los pantalones. Comenzaba a hacerme preguntas relacionadas con el sexo y a los cambios por los que pasan los varones en la adolescencia. Y yo siempre trataba de responder a todas sus preguntas sin que se sintiera incómodo y buscara en otra persona dicha información. —Javier, ¿hasta qué edad te crece el pene? —A los 15 ya no crece más— respondía yo y me reía en seguida al ver su cara de preocupación. —¡No seas mentiroso! —Alrededor de los 18, todavía te falta bastante. —¡Que alivio! No tardaba en ruborizarse y así cambiar de tema radicalmente. Una noche en la que hacía mucho frio, le dije que viniera a acostarse conmigo, que no pasaba nada. Noté sus manos heladas al igual que sus pies, eran partes del cuerpo que siempre le costaba entibiar, entonces acerqué mis pies a los suyos para darle calor y tomé sus manos y le dije: —Me contó un amigo que la forma más rápida de calentar las manos en invierno, era metiéndolas entre la verga y los testículos dentro de los calzoncillos de otra persona. La luz de la luna que atravesaba la ventana de la habitación, me dejaba ver su cara de asombro y duda. Tomé sus manos y me las metí junto a las mías entre mi genitales, sin pensarlo. Si mi hermano hizo un intento de sacarlas fuera, no lo noté en ningún momento. Había cerrado los ojos y ocultado un poco su cara de la luz. —Tenes mucho pelo— dijo temblando. No tarde en sentir como mi pene se ensanchaba y aumentaba de tamaño, saliendo con torpeza ...
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