1. Fantasía o realidad


    Fecha: 23/06/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Yarys, Fuente: CuentoRelatos

    Llevaba todo el día trabajando. Por fin era mi última entrega. La noche era bastante calurosa, pero amenazaba tormenta y yo no paraba de pensar en llegar a casa y relajarme un poco antes de salir de marcha con los colegas. Llegué al local y me encontré a Arturo recostado sobre una de las mesas.
    
    —¿Qué te pasa, tío?
    
    —No sé… me encuentro fatal, me duele el estómago. Sergio, por favor, lleva tu mi entrega. Te juro q mañana o cuando quieras te hago la mitad de las tuyas si hace falta... pero es que hoy no puedo ni subirme a la moto.
    
    Resignado y en un acto de amistad y bondad... me fui a hacer su maldita entrega. Mi sesión de relajación y la salida tendrían q posponerse un rato más.
    
    La casa no estaba lejos, pero se me hizo interminable el camino. Quería irme a casa. La calle estaba bastante desierta. Conocía la urbanización perfectamente, pero nunca me había fijado en la enorme casa a la que tenía que entregarle la pizza.
    
    Llame al timbre. No me abrían. Estaba empezando a cabrearme, sabía que había gente porque había luces. Llame otra vez de forma insistente y casi colérica. Nada. Tiré del manillar de la puerta del jardín. Estaba abierta. Quería irme a casa, así que decidí terminar cuanto antes y llamar directamente a la puerta de la casa. Tampoco abrían. Mosqueado y pensando ya que se trataba de alguna broma empecé a rodear la casa mirando por las ventanas. Todas las luces estaban encendidas, pero no había nadie en las habitaciones.
    
    Por fin llegué a un ventanal ...
    ... que daba a un dormitorio. La luz estaba apagada pero un pequeño haz se colaba por la puerta q daba a un pasillo bien iluminado. Tumbada sobre la cama puede distinguir una preciosa silueta de mujer. Con resolución pegué tres pequeños golpes al cristal de la ventana. La mujer, sobresaltada se incorporó y me miró. Le mostré la pizza por el cristal y ella asintió. Se levantó y se dirigió a la puerta de entrada. Corrí hacia allí. Estaba bastante colorado cuando llegué. Me sentía algo avergonzado por entrar así en una propiedad privada... pero... lo prefería antes que volver al local con la pizza.
    
    La puerta se abrió pesadamente y ante mí apareció ella. Una maravilla morena de ojos verdes, labios rojos y carnosos. Sus pechos, que pude distinguir entre su finísimo vestido de seda roja, eran voluminosos y tersos y sus traviesos pezones se dejaban ver alzándose rebeldes ante el contacto con la fría seda. Sus muslos, que dejaba ver el final del vestido, estaban bien contorneados y parecían delgados pero fuertes.
    
    Debí pasar un par de segundos sin poder emitir palabra, pero ella no dijo nada tampoco. Su mirada cambió y empezó a escudriñar descaradamente cada palmo de mi cuerpo.
    
    —Disculpe que la haya despertado, han pedido una pizza, ¿verdad?
    
    —Sí, claro, es aquí. Pasa, pasa, tengo el dinero dentro.
    
    Su voz era increíblemente sensual. Con solo aquellas palabras, medio susurradas, todo el pelo de mi cuerpo se había erizado. La seguí hasta un salón y en el recorrido pude comprobar ...
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