1. El exhibicionismo de cada sábado


    Fecha: 21/06/2020, Categorías: Fetichismo Sexo con Maduras Voyerismo Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster

    Sentía que la semana no iba a terminar nunca. Contaba los días con ansiedad, esperando que llegara el sábado.Anticipaba sus miradas, sus ganas, su imposibilidad de tocarme. Me gustaba tenerlos como corderitos; mirándome hambrientos, cuando estaban acostumbrados a ser lobos de colmillos afilados.Ellos, que sonrojan y escandalizan a las mujeres con palabrotas soeces. Que las dejan mudas de tanto morbo a la intemperie; de tanta vulgaridad. Que se tocan y se exhiben frente a ellas…Pero a mí no me sonrojaban, no. Yo los hacía sonrojar a ellos.Los sábados por la mañana, cuando comenzaba a oír esos ruidos en la obra en construcción, me relamía de gusto…Ese sonido lejano de los martillos sobre el hormigón me excitaba y producía bastante morbo. Salía al jardín del fondo con una diminuta tanga y una bebida en mi mano.Tacos altos para realzar bien mis largas piernas.Caminaba como un gato alrededor de la piscina, mientras iba desatando los cordeles de la tanga, que finalmente caía al pasto.Jugaba con mi pelo, echando la cabeza hacia atrás y me exponía para ellos, para que me vieran encendida, como a mí me gustaba.Me recostaba en la reposera, acariciando suavemente mis pezones, mientras los andamios enfrente iban llenándose de albañiles hambrientos. Abría las piernas y podía sentir todos esos ojos penetrándome vigorosamente…Después me sumergía desnuda, sin dejar de mirarlos, para dar tiempo a que se juntaran todos allá arriba.Cuando emergía, notaba que los sonidos a martillazos ya se ...
    ... habían apagado. Ahora nadie trabajaba; solamente me observaban desde lejos…Entonces escogía a uno. A uno solo; a quien mirar de frente, un elegido a quien desvestir con la mirada. Uno a quien, cada sábado, le dedicaba mi cuerpo caliente; latiendo por todos esos hombres que me miraban con desesperación.Sentía esas mil miradas recorriéndome, entrando por la hendidura de mi culo, al agacharme para recoger una toalla y abrir mis piernas.Me ofrecía entera desde atrás, me abría como una flor hecha agua, mientras imaginaba que mi elegido me montaba furiosamente sin mediar palabra, dándome azotes con sus manos fuertes y callosas, ante las miradas atónitas de quienes no me podrían tener jamás.Tenía sus ojos sobre mí y sentía que mis pezones iban a estallar, que mis jugos se hacían infinitos, que mi piel latía entera, que mi clítoris se dilataba y expandía con violencia.Mis manos me encontraban y me seguían buscando cada vez más rápido y, entre mis piernas, podía verlos a ellos con los pantalones a reventar, con sus cosas endurecidas queriendo salir.Se tocaban, se masturbaban con las bocas entreabiertas, porque finalmente habían entendido que una hembra podía hacerlos callar y no lo contrario…Aullaba explotando en un temblor descontrolado; mi entrepierna se inundaba de un jugo tibio y perfumado que llevaba el nombre de cada uno de esos machos, que miraban atónitos cómo llegaba al orgasmo cada sábado, cuando mis gemidos se hacían tan intensos que se oía el eco en toda esa gris y fría ...
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