1. Alex, 18 años, casi Alexia de tan lindo (10)


    Fecha: 06/06/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Después de dejar en el piso el vaso de agua y el cuenco con trozos de carne asada y unas papas hervidas, advirtió que las nalgas se veían surcadas por algunas líneas de tono rosáceo levemente inflamadas y entonces decidió que volvería para aplicarle la pomada que usaba en casos como éste.
    
    “Ese culo va a ser un festín para estos tres degenerados”, pensó mientras zamarreaba al jovencito para despabilarlo.
    
    -Ay, ¿qué?... –murmuró Diego mientras se sentaba en el camastro y se frotaba los ojos con los dedos de ambas manos.
    
    -Te traje la comida, rico, ahí tenés el cuenco en el suelo.
    
    El chico había estado elaborando un proceso de resignación y esperanza a la vez. Sabía que no podría evitar que lo cogieran y entonces lo único que le quedaba era soportar lo mejor posible ese tan duro trance y pensar, ingenuamente, que después lo liberarían.
    
    Mientras bajaba de la cama y se dirigía hacia el cuenco preguntó:
    
    .¿Me van a dejar ir después de que… me… me lo hagan?
    
    -Probablemente. –le contestó Ligia ocultándole la verdad para no estimular su resistencia y entregarlo a los Amos lo más manso posible. –A lo mejor te quieren dar una o dos veces más pero irte te vas a ir. –remató con una construcción lingüística impecable que concluía con una verdad.
    
    El chico se sentó en el piso junto al cuenco con la comida y dijo: -No hay cubiertos…
    
    -No, no hay cubiertos. –replicó Ligia disponiéndose a humillarlo.
    
    -Pero…
    
    -No te hagas el fino, ricura, comé con las manos y listo, ...
    ... o en cuatro patas y con los dientes, como los perros… -le dijo la mujerona y soltó una risita malévola.
    
    El chico la miró, espantado, pero comenzó a comer con las manos en reemplazo de los cubiertos, impulsado por el hambre y también temeroso de un nuevo castigo, porque Ligia empuñaba la vara en su mano derecha. De pie ante él, lo observaba con mirada perversa y sus labios curvados en una sonrisa sádica. De todos los jovencitos que habían sido llevados a la mansión éste era el primero que no se había doblegado en la doma. Pensaba que le resultaría muy divertido que los tres viejos lo usaran por la fuerza y se preguntaba cómo seguirían las cosas de allí en más, porque estaba en claro que el cautiverio de esta nueva presa iba a prolongarse durante meses, como era costumbre.
    
    Cuando Diego terminó de comer Ligia recogió el cuenco y el vaso y le dijo antes de marcharse:
    
    -Ahora vuelvo a pasarte una pomada por las nalgas, porque tenés algunas marcas un poco inflamadas.
    
    Poco después la mujerona regresaba con la crema y su inseparable vara y le ordenaba al chico que se pusiera en cuatro patas sobre el camastro, posición que no era imprescindible pero que a ella la excitaba. Diego obedeció, Ligia abrió el pote, untó algunos dedos de sus manos con el contenido y se aplicó a la tarea. Primero puso crema en la totalidad de las marcas para después comenzar a recorrer el culito con masajes que eran como caricias que por momentos se hacían crispadas, por la excitación que Ligia ...
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