1. Historia del chip 024 - A flor de piel - Kim 010


    Fecha: 25/06/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando tengas un momento, escápate y compra unos pendientes de colgante. De los de aro. Grandes, que se vean con claridad. Que vayan a juego con el metal del vestido y de los zapatos. Cuanto más pesados y aparatosos mejor. Póntelos en cuánto los compres. Si Roger viene a buscarte, te cambias en el tren o al salir del trabajo. Si no, vuelves a casa con la bolsa y ya te vestiré yo. Llévate una barra de labios rojo, acorde al vestido. Que no manche. Ya sabes el efecto al que me refiero.
    
    Kim lo sabía perfectamente. No le costaba nada imaginarse todos los atavíos. Tampoco excitarse otra vez. Se dieron un último beso. Los pezones se rozaron. Kim sintió los suyos bailar con los de su hermana. Por alguna razón, entendió que ella no lo notaría tanto. Tenía sus ventajas de ser la dominada. Agudizaba los sentidos y el cuerpo. Permitía un contraste mayor. Salió escopeteada, lo que implicaba correr con los pechos agitándose a uno y otro lado. Ya en el ascensor sintió que olvidaba algo. Al llegar abajo pulsó el botón del ...
    ... ático y recorrió el pasillo corriendo, los pezones abrasándose en la blusa, los pies doloridos por los incómodos tacones, que ni siquiera eran demasiado altos. Mary le había escogido unos sencillos, nada parecido a lo que llevaría cuando estuviese con Roger.
    
    Para no perder tiempo rebuscando la llave en el bolso, pulsó el timbre. Mary abrió con los mocasines en la mano. Se miraron a los ojos. Kim no perdió un segundo, los metió en la bolsa y salió corriendo de nuevo. Tratando de ganar más tiempo corrió hasta la boca del metro. Fue paciente mientras bajaba las escaleras mecánicas, aprovechando para coger el resuello. Aceleró en los pasillos. Dentro del tren, ni se molestó en sentarse. Eran dos paradas. Sabía que la miraban. Bien recta, las piernas expuestas. El pecho ajustado a la blusa. Oteando a lo lejos. Repitió el proceso a la salida. Llegó quince minutos tarde. Lo que extrañó a todo el mundo y a nadie importó al ver las largas piernas desnudas y el candor de la mirada. La sonrisa traviesa no perjudicaba. 
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