1. El Profesor (Parte 1)


    Fecha: 30/04/2020, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues

    ... siguiente-. ¡Ah! Y de pronto su pene comenzó a convulsionarse en mi mano. Lo solté y coloqué mis manos en su cadera para impulsarme y darle más velocidad a las embestidas. Acto seguido, comenzó a disparar chorros de leche y a gritar como poseído. Su culo estranguló mi pene aumentando la fricción en un 200 por ciento. Mis testículos aplaudían con los suyos, y el ruido de nuestros cuerpos chocando le hacía ritmo a los gemidos de su orgasmo. Después de su espectacular corrida, su cuerpo quedó débil y lacio, dando sólo algunos espasmos. Quedó completamente acostado y yo sobre él, aún sin sacar mi miembro de su culo. Me acerqué a su cara y estaba completamente ida. Su respiración estaba agitada y sus ojos estaban perdidos. Tuvo un buen subidón. Y yo continué. Le mordí el hueso mandibular y succioné cada centímetro de su oreja. Sentía mi cuerpo a punto de explotar y envuelto en sudor. Grité desde lo más profundo de mi cuerpo y liberé toda la carga de semen que guardaban mis testículos. Rugí, gruñí, grité, reí. Todo en un orgasmo. La cantidad se semen que escupía era alucinante y no terminaba nunca. Liberé todo el stress, todo mi enojo y frustración, y vi hasta puntitos de colores mientras me corría. Y me desplomé. Respiré agitado sobre su espalda y descansé al fin. Salí de su trasero y el viento fresco chocó contra mi cansada verga. Estaba de un rojo imposible, llena de nuestros fluidos y con una pequeña mancha de sangre. Su ano estaba irritado y abierto, y ...
    ... poco a poco iba chorreando mi semen teñido con su sangre. Cuando me tendí a su lado él se giró. Soltó un largo suspiro y abrió los ojos. Los tenía inyectado en sangre y algo confusos. Se sentó en la orilla de la cama con cuidado de tocar la gran mancha de semen que él había dejado, y se cubrió la cara con las manos. Ahí fui consiente de algunas pequeñas manchas oscuras en su espalda, al igual que de una pequeña cicatriz en su costado derecho. Creo que sus entrenamientos en el gym eran muy violentos. -¿Quieres ducharte? –le pregunté. -No, gracias –dijo lentamente-. Me tengo que ir. -¿Estás seguro? –asintió con la cabeza. Cuando se levantó, vi que entre sus nalgas mi semen y su sangre comenzaban a secarse. Con delicadeza se agachó para buscar su ropa y sin decir nada se vistió. Con pasos cortos se dirigió a la salida y lo seguí. Le abrí la puerta (procurando ocultarme pues estaba desnudo), y salió. -Nos vemos el lunes, profesor –se despidió sin mirarme. -Descansa, Rocco. Se alejó muy lentamente y cerré la puerta. Caminé hasta el baño y me metí a la ducha. El agua tibia refrescó mi cuerpo caliente. Me senté en la tina dejando que el agua golpeara mi espalda y lloré. En ese instante la parte responsable y cuerda de mi cerebro despertó. La culpa me envolvió por completo y me sentí criminal. Un pensamiento salió a flote dentro de todo lo que en mi mente había: Si es que era verdad, debe ser muy horrible lo que le hace su padre para haber aguantado todo esto. 
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