1. En el servicio militar


    Fecha: 26/04/2020, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... hundiéndose en el culo de mi camarada. No demoré demasiado en acabar, Fue un orgasmo largo, casi interminable, sinténdo que toda mi leche inundaba las entrañas de mi amante. Me separé y me tendí exausto sobre unas mantas. Cuando abrí los ojos, vi a mi superior incorporándose para dirigirse hacia mi.
    
    Tomo mis piernas con sus brazos. Las separo´y alzó, y colocándose entre ellas, con su pija nuevamente dura, buscó guiarla hasta mi culo y la hundió con facilidad, sabiendo que no era el primero que aquella noche hurgaba dentro mío. Llamó a mi compañero y le ordenó ponerse a mi lado para que yo chupara su pija, y él pudiera ver como lo hacía. En sus ojos podía verse la excitación que la visión de mi pija tragándose la verga de mi compañero le provocaba.
    
    Le dio la orden de colocarse sobre mí, con las piernas rodeando mi cuello y su pija hundida en mi boca, y sin dejar de cogerme hundió dos de sus dedos en el culo de mi camarada. Éste recibió sus dedos con placer, emitiendo un gemido de gozo, y tras unos instantes esatalló en mi boca. Casi al mismo tiempo sentí como se llenaba mi culo con la esperma ds mi superior. Nos separamos, y yo pensé que allí concluia todo. Sentía que estaba al borde de mis fuezas. Pero nuestro superior tenía otros planes. Comenzó a bbuscar en su armario hasta que extrajo de él un consolador enorme, que medía no menos de 23 cms de ...
    ... largo. Me hizo colocar frente a él y sentándose sobre aquella monstuosidad, a la que había lubricado con una crema previamente, comenzó a chuparme con delicadeza.
    
    Con un gesto indicó a mi compañero que se ubicara a mis espaldas y comenzara a lamerme el culo. Yo me lo veía venir y no me tomó por sorpresa cuando se quitó el consolador de su culo, y le ordenó a mi compañero colocarse en cuatro patas para cogerlo con ese aparato. Luego me tocó el turno a mí. Pensaba que era imposible que esa cosa entrara en mi culo, pero dilatado tras tanta cogida, fue entrando en mí con facilidad, provocándome espasmos de placer, y haciéndome gemir. No podría contar las veces que me chuparon la pija esa noche, las veces que mi pija estuvo en la boca o el culo de alguno de los dos, o las veces en que mi culo se llenó de leche. Antes del toque de diana, el cabo primero se retiró a su cuarto, mi compañero se deslizó en su cucheta, y yo me quedé en el depósito ordenando el lugar para que nadie notara lo que había sucedido aquella noche. Desde aquel día hasta el día en que nos fuimos de baja, dos meses después, era frecuente que alrededor de la hora de la siesta, colgaramos un cartel en la puerta del depósito, que decía cerrado hasta las 16 Hs, y nos encerraramos a gozar entre nosotros, y a jugar a que nuestro superior nos ordenaba que con sumisión cumplieramos todas sus directivas. 
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