1. El ático


    Fecha: 01/04/2020, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... escalera no se resbalara, se me hizo una eternidad esa escalada, yo trataba de juntar mis rodillas lo más que podía y así, poco a poco llegué al borde del ático.
    
    No me quedaba de otra, debía de separarme de la escalera y eso implicaba extender mi pierna para alcanzar el ático; en ese momento sentí un escalofrío entre mis piernas y mi primariosa anaconda se comprimió a su mínima expresión, yo estaba asustado.
    
    Ya en el ático, mientras sentía el movimiento que mi tía hacía con la escalera al subir, en actitud nerviosa yo simulaba mirar alrededor del cuarto; de pronto su cabeza se asomó en el umbral, luego vi aparecer su mano; yo no quería ver su expresión de ogro al al sermonearme, por lo que simulé mirar en sentido opuesto al umbral.
    
    Sentí sus pisadas dentro del ático, mis ojos entre cerrados solo aguardaban como aguarda el reo en el patíbulo, entonces ella dijo: “Cuánto cachivache hay aquí”, yo abrí los ojos y con alivio le respondí simplemente con un “Si”.
    
    Ella se dirigió al fondo del ático donde estaban los artículos de Navidad, al costado estaba el banquito al cual lo cubrió con la pañoleta que ella llevaba puesto, se sentó sobre él y comenzó a abrir las bolsas con los juegos de luces; “tú ponte a juntar la decoración para el pesebre y el cerro” me dijo.
    
    Mientras yo ubicaba cada una de las bolsas, ella conectaba las luces al toma corrientes para cambiar los foquitos quemados, de pronto me dijo, “mira, ¡cómo tienes la ropa!”, yo recién reparé en lo ...
    ... polvoriento que estaba el lugar, tenía el short y las rodilla blanquizcas.
    
    “Sacúdete”, me dijo, instintivamente lo hice con mis manos y la cosa no cambió mucho porque mis manos habían cogido también de ese polvillo, entonces, ella se levantó de su silla, jaló la pañoleta y me la alcanzo; yo hice lo que pude, la cosa mejoró muy poco, a lo cual, ella comentó:
    
    “Tu short sigue sucio, así empiezan las enfermedades”, entonces, sin mediar palabras y sin levantarse del banquito me quitó la pañoleta y frunciendo el ceño empezó a sacudirme con cierta rudeza, me tenía sujeto de la manga de mi polo, así pudo girarme y azotar mis sentaderas por un momento eso me puso muy nervioso.
    
    Entonces me giro nuevamente, la tenía ahora frente a mí; su cabeza ligeramente reclinada, como asegurándose que me había quitado todo el polvo de mis piernas; entonces sucedió lo increíble, desde su posición y pretendiendo terminar con la limpieza, dio un cuidadoso soplido debajo de mi short, allí en la entrepierna, eso provocó que mis incipientes vellitos se erizaran del gusto y yo no supe qué hacer.
    
    Me miró a los ojos y me dijo: “¿No te pusiste ropa interior, no?”, yo me quedé frio, solo atiné a mover mi cabeza, como rechazando su imputación, me había quedado mudo.
    
    Ella me sujetó nuevamente de la manga de mi polo y me giro nuevamente en sentido opuesto, la tenía ahora a mis espaldas; sin dejar de sujetarme, ella sacudía mis sentaderas nuevamente con algo de rudeza, en cada impacto de esa pañoleta contra ...
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