1. Mi hijo y mi hija


    Fecha: 30/03/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Nos mudamos al campo y allí descubrí que mi hijo y mi hija habían despertado sexualmente.
    
    Al llegar a la finca mis hijos morochos de 17 años estaban muy deprimidos, pero un mes después vi satisfechos que su actitud había cambiado.
    
    Una tarde ví salir a mi hija e ir hacia las haras, allí no había nadie, luego vi a mi hijo que iba tras ella unos minutos después. Sentí curiosidad y decidí seguirlos después de unos minutos.
    
    Al llegar a las haras empecé a buscarlos, pero no los vi por ningún lado y subí a un nivel alto. Oí unos gemidos y me acerqué, el sonido venía de una ventana y me asomé. Allí vi a mi hija totalmente desnuda de espalda, un negro enorme se la montaba por detrás, a su lado yacía mi hijo también desnudo y boca abajo. El negro salió de mi hija y penetró a mi hijo y empezó a montarselo. Sus gemidos me mostraron que ambos estaban disfrutando mucho.
    
    Noté que ambos se desvivían por satisfacer a aquel hombre, que se los montaba alternativamente. Cuando iba a eyacular los puso juntos y con sus bocas muy juntas y acabó arrojando su semen en sus bocas. Ambos empezaron a besarse con deseo y el ...
    ... negro dio un preservativo a mi hijo, quien se lo colocó, entonces mi hija se montó sobre el y copularon con lujuria acabando juntos. Entonces el negro se montó sobre mi hijo y le hizo el amor, eyaculando dentro de el. Mi hija besaba a su hermano y le decía cosas lujuriosas mientras el negro se lo cogía. Al acabar se separaron, mi hijo fue a ducharse con el negro, que regresó con mi hija después que mi hijo le lavara su enorme pene con agua y jabón.
    
    Mi hijo se vistió y partió, mi bella hija se quedó con aquel hombre y copuló con el dejandolo eyacular en su vagina. Por dos horas más estuvieron juntos gozandose con gran deseo. Yo estaba extasiado y muy excitado. Al día siguiente se repitió la escena, pero esta vez fue mi hijo quien se quedó con el negro.
    
    Construí una habitación adjunta a la casa con un espejo polarizado y una disimulada doble pared, e invité a ese hombre a vivir allí, pera ver las escenas de sexo que me atraparon y enfermaron. Pronto mi esposa también cayó en los brazos de aquel hombre y yo empecé a seducir jóvencitas que vivían en la finca como pisatarias. Nuestra vida dio un cambio increible 
«1»