1. Brindemos socio (3)


    Fecha: 28/03/2020, Categorías: Intercambios Autor: marianella, Fuente: RelatosEróticos

    ... piernas para que uno de ellos le regalara la primera chupeteada. Lo hacia bien, al tiempo que le introducía los dedos en el ano. Eso la ponía frenéticamente caliente.
    
    Cuando el morocho le golpeo la punta de los pezones con su enorme verga, ella se sobresalto pero de emoción, una pija como para llenar morcillas.
    
    Alberto y Mario entraron a la pieza.
    
    Ella los miro de reojo y solo dijo…. Vean que esto esta buenísimo.
    
    Ellos se miraron como queriendo entender que los dejaba afuera, pero rieron la picardía de la señora.
    
    Ella estaba arrodillada, saboreándole el nabo al moreno, mientras este le robaba las tetas, al mismo tiempo el otro le ponía un lento ritmo en un mete y saca de su larga pija, que se veía aparecer y desaparecer en el interior de aquella espléndida mujer.
    
    No pudo sostenerles el ritmo y sus gemidos la ahogaban de placer.
    
    Ella se sonrojo, al decirles vengan, porque sabia que estaba entregando sus mieles a las visitas y no a sus dueños. Ellos le sonrieron y comenzaron a ponerse a tono.
    
    Fue un brillante experimento.
    
    Cuando ya los muchachos la tenían, bien felpeada, ellos comenzaron a hacerle de todo, se la gozaron a su antojo y la dejaron completamente exhausta y satisfecha.
    
    Ella no dejaba de agradecer el regalo, que despidieron no bien cumplieron su cometido. Al agradecer gastaba las pocas energías que le quedaban en complacer a sus machos. Quizás esa fue, la primera vez, que los tres quedaron con las cuentas a ...
    ... cero.
    
    Una semana después, tenían a la pasional Mirta, sacudiendo rítmicamente su cuerpo al compás de los besos que ambos le daban a cada una de sus colgantes tetas.
    
    Sonó el timbre, y fue Alberto a recibir a los regalos. A ella le habían contado el proyecto pero no la inminencia de la inauguración.
    
    Ella rió, y dijo, Ustedes están locos ¡!! Pero pronto alcanzo las toallas que los chicos le pidieron.
    
    La tendieron sobre la mesa, y allí comenzaron la lenta tarea de aromatización, aceitado y electrizado. Porque así fue, como parecía estar ella, cuando ellos le bañaban el cuerpo con sustancias, mientras le comían la conchita enfurecida.
    
    Ellos miraban complacidos y reían del ruego de ella, de -- ya basta, vengan ustedes.
    
    Esos ruegos bajaron de tono, cuando los muchachos la empomaron reiteradamente, haciéndola estallar en orgasmos una y otra vez. La bañaron y perfumaron, trasladándola a la cama.
    
    Allí fue Mario a hacerse cargo de la situación, mientras Alberto despedía a los amigos.
    
    Ella, tal como había hecho su desconocida rival, supo atender y agradecer a esos gentiles hombres que tenia por marido y socio amante.
    
    Luego entre ambos, repitieron un ritual, que hacían siempre a su gusto, y que de vez en cuando recurrían a los nuevos amigos para dejar las cosas mas parejas.
    
    Ambos socios, tenían una vida sexual, controlada y satisfactoria.
    
    Sus mujeres no tenían quejas, mas bien vivían en la abundancia en lo que ser refiere al disfrute.- 
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