1. Priscila, esperando por ti


    Fecha: 27/03/2020, Categorías: Hetero Autor: Mamaceando, Fuente: CuentoRelatos

    Para Priscila era habitual el saludar a don James, el señor de la tiendita de la esquina. Ella siempre lo vio mayor, dado que desde que tiene uso de razón lo veía ahí, detrás del mostrador. Fue hasta hace unos meses que la situación se volvió incómoda. Priscila se desarrolló a muy temprana edad, aunque es chaparrita, sus caderas crecieron como las de su madre. Es a partir de que cambio su forma de vestir que su vecino, el tendero amigable, comenzó a mirarla de otra manera.
    
    —Hola Priscilita, ¿qué te voy a dar?
    
    —Buenos días señor, un refresco por favor.
    
    —Toma, yo te lo invito.
    
    —¡No como cree!
    
    —Si si si, insisto. Es un honor para tan bonita nena!
    
    —¿Perdón?
    
    —¿Seguro ya tienes novio?
    
    —No…
    
    —Pues que bobos, tan rico bombón. Y con esos shorts te ves deliciosa.
    
    Priscila salió casi corriendo, desconcertada, nunca había experimentado algo así. Pensó que ella tenía la culpa, ahora tenía terror de que la mandaran a la tienda. Y era algo inevitable.
    
    Al siguiente día la mandaron por aceite y sintió que su cuerpo se estremecía, sentía que sus piernas le temblaban, al llegar al mostrador pensó que no le saldría la voz.
    
    —Hola Priscila, quería disculparme.
    
    —¿como...?
    
    —Ayer me excedí, no quiero ser molesto. ¿Dime que te doy?
    
    —Aceite…
    
    —¿De oliva?
    
    —Del normal!
    
    —Aquí tienes, son 25
    
    —Gracias
    
    —De nada nena.
    
    Salió un poco más tranquila pero a sus espaldas alcanzó a escuchar como entre dientes Don James decía.
    
    “Que pedazo de nalgas ...
    ... tienes”
    
    Ella sintió una punzada en el estómago, en realidad seguía mirándola con morbo. Aunque en diferentes ocasiones escucho a su madre platicarle a sus tías que era un tipo inofensivo, y al parecer le encantaba hacer comentarios inapropiados a todas las mujeres. Pero no pasaba de ahí. Así que lo tomó como una mala broma. Las mujeres de su familia estaban reunidas para los preparativos de su fiesta de cumpleaños, el número dieciocho.
    
    Ella también estaba ilusionada, vendrían todos sus amigos, sus familiares y gente cercana. Sería una gran fiesta. Así que los comentarios de don James le parecían hasta divertidos.
    
    —Me da pan don James
    
    —Te voy a dar todo lo que quieras mamacita!
    
    —Solo pan, gracias.
    
    —De nada cosita rica!
    
    “Ahí quiero morir Dios mío”
    
    Por fin llegó el día, la despertaron con regalos. Fue a la escuela a recibir abrazos y más regalos. Por la noche la gente fue llegando a su casa. La música sonaba y algunas cervezas ya pasaban de mano en mano. También era la primera vez que Priscila tomaba en presencia de sus padres. Alguien la tomó de la cintura y le dio la vuelta para luego abrasarla.
    
    —Feliz cumpleaños Priscilita!
    
    —Don James!
    
    Extrañamente nunca lo había visto así, siempre detrás del mostrador. El olor a perfume le gusto y sus manos gruesas acariciando su espalda la hicieron sentir cosquillas en el estómago. Pero más lo que él le susurró al oído.
    
    —Ya tienes edad para que te dé una buena cogida.
    
    —¿QUÉ?
    
    —Felicidades, gracias por ...
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