1. Mi hija está dormida


    Fecha: 26/03/2020, Categorías: Incesto Autor: Pechoabierto, Fuente: CuentoRelatos

    Nadie pensaría al verme las atrocidades que soy capaz de imaginar. Yo soy un hombre respetable, de 54 años, casado hace ya 26, incapaz de traicionar a mi mujer con otra. Nuestro feliz matrimonio dio como fruto a una hermosa mujercita, Romina, que ha cumplido ya 18 años. De ella es de quien quiero hablarles.
    
    Se trata de una hermosa jovencita, delgada, que acostumbra a andar descalza por la casa. Tiene muy buenas formas, tal vez un poco flaca (a mí siempre me gustaron rellenitas). Usa el cabello negro muy corto, y su piel es blanca, blanquísima, y contrasta con su pelo y con sus ojos negros. Está llena de vida y juventud y se le nota. Ha terminado la escuela hace muy poco y por eso la dejamos disfrutar de sus merecidas vacaciones, hasta que comience con la universidad.
    
    Lo que voy a contarles sucedió anoche. Hace ya una semana que mi esposa falta en casa, pues emprendió un viaje de 15 días con unas amigas suyas, de placer, y desde entonces Romina y yo estamos solos en la casa. Debo decir que ella prácticamente no está nunca aquí, como toda adolescente usa su hogar como lugar de paso, está siempre con amigas y solo viene a dormir y a cenar.
    
    Desde hace años albergo una fantasía inconfesable. He querido ver a mi hija desnuda desde que sus formas empezaron a delatar a la mujer que ya es, o que ya comienza a ser, y decidí aprovechar la ausencia de mi esposa para concretar mi fantasía, sin recurrir a ninguna acción que llegue a hacerle daño a la familia ni muy especialmente a ...
    ... Romina.
    
    He decidido dormirla, sedarla, doparla, para poder así disfrutar de la vista de su cuerpo desnudo.
    
    El mismo día en que mi esposa se marchó a sus vacaciones, fui a lo de un gran amigo médico, y mediante una triquiñuela (inventé un insomnio desmesurado, que me impedía dormir durante varias noches) obtuve suficiente cantidad de somníferos como para dormir a un elefante. Toda una semana estuve juntando valor, luchando contra el remordimiento, y por fin anoche junté el valor para dárselos a mi hija. Preparé una cena fantástica, tarta de verduras, jugo de naranjas, budín, todo cargado de grandes cantidades de somníferos.
    
    Cuando ella llegó, al fin, entró en la cocina, embrujada por el delicioso aroma de los manjares. —¡Mmmmhh! Que delicia es este olorcitoooo... ¡¿qué cocinaste, papi?!
    
    —Ya ves, tu tarta preferida, y un budín para el postre.
    
    —¡Fantástico! ¡Que cena que nos vamos a dar!
    
    —No, Romi, vas a cenar vos sola, yo estoy cansadísimo, y me voy a dormir temprano.
    
    —¿En serio? ¿Te sentís bien?
    
    —Sí, si, no te hagas problema, cená vos, yo me voy a dormir.
    
    —Hasta mañana.
    
    —Chau Romi, hasta mañana.
    
    Subí a mi habitación, pero por supuesto, no me acosté. Los nervios me consumían. Apagué la luz y me quedé mirando por la ventana. Afuera, la vida continuaba. Oí el ruido de la tele mientras Romi cenaba. Me senté en la cama y esperé. Una hora más tarde aún se escuchaba la televisión. ¿Los calmantes no habrían hecho efecto? No sabía qué hacer.
    
    Al fin, ...
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