1. Casa de campo


    Fecha: 22/03/2020, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Contraté a un obrero para que me ayudara a limpiar y pintar una casa de campo cerca de la playa, en un lugar aislado.
    
    Al llegar me puse unos short de correr y desvestí el resto de mi cuerpo, pues hacía mucho calor. El hizo lo mismo y noté que me miraba mucho.
    
    A mediodía preparé almuerzo y comimos, el se tomó 3 cervezas y al proseguir en la tarde no lo ví más.
    
    A las 6.30 pm preparé la cena, comimos y salí a darme una ducha. Coloqué la toalla al borde de la piscina y me acosté boca abajo en ella. Soplaba briza y el clima empezó a enfriar. Ramón se acercó a mi y se quedó parado a mi lado. Me dijo que se había tomado otras 3 crevezas. Asentí y me solto a boca de jarro: Qué nalgas tan lindas tienes, parecen de nieve, volteé a mirarlo y vi que su pene estaba erecto, lo que no se por qué, me excitó mucho. El se sentó a mi lado y sin preguntar empezó a acariciar mi trasero. No, no, le dije, pero el solo dijo: Me tienes súper excitado, al menos dejame tocarlas. Sus caricias empezaron a hacerse muy eróticas y le pedí que parara, entonces, sin mediar palabra se acostó sobre mi y me dijo: Dejame friccionarme contigo, o no voy a responder de mis actos, estoy muy excitado y quiero cogerte, si eyaculo me calmaré. Empezó a moverse eroticamente, besando mi cuello y orejas. Quise separarme, pero era un negro muy fuerte y noté que podría someterme si lo deseaba. Además noté que sus caricias y besos me agradaban.
    
    Ramón se detuvo ...
    ... varias veces antes de eyacular para calmarse. De pronto se separó de mi, abrió mis nalgas, y deslizó su lengua por mi ano. Di un grito de placer y sorpresa, aquello me agarró desprevenido, pero no me resistí.
    
    Poco después deslizó uno de sus dedos acariciando mi arito hacia adelante, aquello me fascinó, poco después deslizaba dos de sus gruesos dedos en mi ano, moviendolos lujuriosa y sensualmente. Yo había perdido la cabeza y solo gemía de placer.
    
    Volvió a montarse sobre mi, pero esta vez deslizó su pene en mi agujerito. Creí que me lo rompería, pero poco a poco, sin ningún apuro, lo fue deslizando en mi cuerpo, giandose por mis gemidos. De pronto un relámpago iluminó el cielo, y casi de inmediato se escuchó un fuertísimo estruendo. De manera natural busqué protección con el, y los 19 cm de su virilidad me llenaron completamente.
    
    Me sentí lleno, completo, suyo, y un intenso orgasmo explotó en mis entrañas. Grité sin inhibiciones mientras mi cuerpo se movía lujuriosamente fuera de si, sin que yo lo controlara. Poco después el eyaculaba inyectandome una generosa cantidad de semen. Mientras nos recuparábamos me besó en la boca con pasión diciendome que me quería como pareja.
    
    Empezó a llover y allí, al lado de la piscina, me convertí plenamente en la mujer de ese magnífico negro.
    
    Han pasado 2 años y vivimos juntos. Nuestra casa de campo es nuestro nido de amor, donde me olvido que el mundo existe y soy solo para él 
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