1. SOY PUTA (VII): Desenlace inevitable


    Fecha: 14/03/2020, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    De repente llegó uno de esos días que trazan una línea que marca un antes y un después en la vida de alguien. Después de un mes de lo de Rafa, yo había seguido citándome con Pedro en el cementerio, como siempre, para ir en su moto por el senderillo que llevaba al pequeño escondite entre los árboles del bosque, como siempre también. En una de esas citas se suponía que me iba a enseñar las fotos que me sacó follando con Rafa, pero antes estuvimos follando un rato. Yo le notaba raro, pues ese día no estaba tan imperativo y autoritario como las demás veces que nos veíamos. Estaba entre abstraído y preocupado, tanto que le dio un gatillazo. Yo le recriminé, diciéndole que ya que me tenía así al menos me hiciera gozar como las demás veces, pero él sólo me dijo "es que tengo que decirte algo". Yo no supe qué imaginarme, o más bien no quería imaginar la idea que acababa de pasar fugazmente por mi cabeza. "¿Tiene algo que ver con las fotos?" le pregunté. Movió la cabeza afirmativamente y yo me puse como un tomate, esperando la peor noticia posible, temor que se hizo realidad cuando dijo "Mi novia las ha descubierto". Se me cayó el mundo encima. No podía creer lo que mis oídos estaban oyendo. Su novia había descubierto las fotos en las que salía follando con él, con Venancio y con Rafa respectivamente. Yo ya supuse que la venganza sería mostrar a todo el mundo aquellas fotos, para desprestigiarnos tanto a él, por cabronazo, como a mí, por… puta.
    
    Fue cuestión de días el que todo el ...
    ... pueblo se enterase del asunto de las fotos. La ya ex-novia de Pedro se ocupó de difundir las fotos o dárselas a alguien que las pudiera difundir lo más rápido posible. En una semana yo pasé de ser conocida como una niña alegre y simpática (con ciertas sospechas, eso sí) a ser señalada y mirada de reojo por todo el mundo a mi paso. Me convertí con todos los honores en la guarra del pueblo, con todo lo que esto conllevaba. Mis padres lo pasaron mal, como podéis imaginaros, pues a parte de la fama que cogí en todo el pueblo, tenían que defenderme de los malos comentarios del resto de la familia, que a excepción de algunos primos más liberales y condescendientes, los demás se apuntaron a la moda de repudiarme y juzgarme desde su condición de conservadores y puritanos (es decir, reprimidos y amargados). Y es que mi pueblo era (y es) muy de ‘derechonas’, y las vergüenzas cada uno se las calla por eso del ‘qué dirán’. ¿¡Qué no habrá oído el cura en el confesionario!? ¿¡Y qué no habrá oído el muñeco de la cruz en boca del propio cura!? Estoy segura de que si hubiera robado 100 millones de pesetas no habría sido expuesta a semejante juicio.
    
    Rápidamente asumí que todo esto ya no tenía vuelta atrás, así que en seguida me desenvolví en mi nuevo papel de guarrilla. Más que como un castigo, me lo tomé como una liberación, pues ahora ya podía hacer lo que me diera la gana, que mi reputación no iba a empeorar. Si la promiscuidad me daba mala fama, pues quizá no merecía la pena preocuparse ...
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