1. Él trabajaba mucho


    Fecha: 20/02/2020, Categorías: No Consentido Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos

    Llegó de Los Santos, con 18 años recién cumplidos, a trabajar en las duras faenas de una finca en el interior. Desde el primer día me llamó la atención su porte varonil en su cuerpo delgado y fibros. Cabello largo, espeso, negro azabache, piel blanca, quemada por el sol del campo, piernas y brazos lampiños. Muslos gruesos y un par de nalgas duras y firmes, paraditas, no muy grandes.
    
    Comencé a acercármele. Era su jefe inmediato así que yo decidía donde asignarlo. Todas las tardes echaba cuento con sus compañeros hasta que le indique que trabajara en el jardín afuera de mi casa así que el terminaba sus faenas y yo aprovechaba para invitarlo a tomarse una sodita, una cervecita y por último de vez en cuando cenaba en mi casa.
    
    Al principio no lo hacía mucho, pero de vez en cuando me entretenía lujuriándolo. Tenía la costumbre de quitarse el suéter para regar las plantas o hacer algún trabajo que lo ponía a sudar y eso me ponía a mil. Se le notaba un bultote en el jean desgastado, pero no estaba seguro yo si era ese paquete por los huevos y la verga o los pelos que aparentemente nunca se había recortado.
    
    Un sábado en la noche, fuera de quincena, me preguntó si podía quedarse para trabajar el domingo. Le dije que sí y de una vez fui a comprar un buen par de cajas de cervezas. Comenzó a tomar y cuando ya tenía su buen par de tragos adentro le cambié a ron. Mientras tanto yo tomaba pura agua y bien espaciada. A eso de las 9:00 de la noche le puse una viagra molida en su ...
    ... trago y me senté a esperar. El hijueputa tenía más aguante que un boxeador. Yo lo veía bajar pintas y guaro y nada hasta que me dijo que estaba "entonado" pero que tenía una arrechera encima porque no culeaba desde hacía semanas.
    
    Yo me acosté en la cama y él se acostó en la de al lado a conversar. Estaba en short y vi cómo se le iba parando la pinga y se le marcaba cada vez más mientras yo le contaba de las "novias" mías y el me echaba el cuento de la suyas. Lo vi manoseándose en la penumbra y le pregunté si no quería una ayudita. Como respuesta se sacó la verga. peluda, dura, venosa, rectecita, con la cabezota rosada. Le medía por lo menos ocho pulgadas y era un tuco de carne. Enseguida me pegué a mamársela, sin asco. En menos de 5 minutos ya se había venido y la leche me la tiró en la cara.
    
    Me fui a cambiar y el pelao estaba medio dormido, encuero. Me acosté al lado de él y comencé a acariciarle las piernas, que piernotas, el pecho y las bolas. Tenía un olor tan rico, es ese olor que solo se les siente a los chiquillos.
    
    Me embarré de aceite de niño y comencé a tocarle las bolas y pasarle los dedos por el ojo del culo. Para mi sorpresa se fue abriendo de piernas y mientras yo le mamaba la verga él meneaba el culito para que yo le metiera un dedo. Ahí mismo seguí chupándosela mientras yo me pajeaba furiosamente. Esta vez demoró mucho más en venirse. Nos limpiamos y nos quedamos dormidos, uno al lado del otro, sin tocarnos, pero sintiendo el calor y el olor de ambos. Ahí ...
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