1. La verbena de San Juan


    Fecha: 19/02/2020, Categorías: Masturbación Autor: Jullietta, Fuente: CuentoRelatos

    Sucedió en la noche de San Juan. La noche de verbena. La más corta del año.
    
    Acudimos mi pareja y yo a la fiesta que habían organizado en su trabajo. En casa de su jefe.
    
    Una residencia con amplio jardín en una de las urbanizaciones próximas a Barcelona. Una de esas zonas de lujo donde reside la gente de nivel adquisitivo alto.
    
    Yo solo conocía a una de las cuatro parejas que íbamos a ir. Juan es un compañero de Carlos, al que suelo ver a menudo, cuando se van de viaje juntos por temas laborales. Y a su pareja también. De haberla visto en esas mismas despedidas.
    
    Con las otras dos parejas era la primera vez que iba a encontrarme. Otro compañero del departamento, y su jefe. Ese que, más a menudo de lo que a mí me apetece, me “roba” a mi pareja mandándola a algún lugar distante.
    
    Escogí para la ocasión un vestido blanco, vaporoso, y corto hasta medio muslo. Anudado al cuello con un fino cordón, ciñe de forma exquisita mi busto. Y lo acompañé de un cinturón ancho, de ropa negra, a juego con mis zapatos de talón de aguja y un bolso menudo.
    
    Ya os podéis imaginar lo que sigue. Presentaciones, besos, risas, canapés y comida fría en el jardín, junto a una piscina deliciosamente apetecible. Mucho cava fresco, licores, charla distendida. Y cuando la noche ya estaba más que avanzada, música. Una música suave y envolvente, con la que empezamos a bailar cruzándonos entre las parejas.
    
    Fue en ese entorno que me encontré en los brazos de Jordi, el jefe de mi pareja. Un ...
    ... hombre de unos generosos quince años más que yo, que ostentaba el título de anfitrión de la fiesta, junto con su mujer. Una deliciosa rubia de bote que disimulaba con verdadera maestría esos años de más que le separaban de mí, y con una figura envidiablemente conservada.
    
    Durante la velada, no me habían pasado desapercibidas las miradas penetrantes con las que Jordi me había recorrido entera. Y las sonrisas que me regalaba cuando sus ojos se cruzaban con los míos. Galante, educado, pero incisivo en sus miradas, que me provocaban algún que otro escalofrío en aquella noche cálida. Incluso, no me avergüenza confesar, que también una cierta humedad entre mis piernas, cuando dejaba volar mi mente perversa.
    
    Bailando con él, mi cintura se sentía firmemente sujeta, y mi cuerpo era apretado contra el suyo con firmeza. Ni que decir tiene, que, con el ambiente caldeado, yo no ofrecía resistencia.
    
    Sentía mis pechos aplastados contra aquel torso firme y moldeado (seguro que iba al gimnasio) y sus manos como bajaban un poco más abajo de mi cintura. Y fue entonces cuando empecé a sentir un roce de “algo” abultado que se clavaba entre mis piernas.
    
    Una rápida mirada a mi alrededor me permitió echar una ojeada a la situación. Mi pareja estaba bailando con la mujer de Jordi, pero habían desaparecido. Y las otras dos, intercambiadas también, bailaban muy cerca del borde de la piscina, un poco alejadas de nosotros.
    
    Me sentía empapada, desinhibida por el alcohol y el cava, mi interior ...
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