Jocelyn o Roxana, ambas cogen rico, ambas cogen igual - Relatos Eróticos

Jocelyn o Roxana, ambas cogen rico, ambas cogen igual

... le miras de esta manera, que uno se puede involucrar con medio mundo sexualmente, pero siempre amará a esa persona, y así aprendamos a vivir con ese sentimiento de culpa.

- ¡Quizá!

- ¿Nunca le has sido infiel a tu esposo?

- Físicamente no, pero en la mente todo el tiempo.

- ¿Qué crees te llevaría a serle infiel a tu esposo?

- ¡Usted!

Me deja boquiabierto con su repentina y corta respuesta, pues realmente no me lo esperaba. Intuyo que esos tragos y esta margarita rellenan esas inseguridades que muchas veces tenemos en nuestro estado normal. Me he reído y quiero manejarlo como si fuese una broma.

- Eres chistosa… yo. ¿Por qué yo?

- Por muchas cosas… es una persona muy educada, pulcro… realmente me llama mucho la atención. ¿Le parezco muy infantil, verdad?

- No, me parece que está hablando la margarita. – y me rio.

- Quizá, pero la verdad que usted me gusta. Estoy segura que no seré la primera que es atraída hacia usted.

- ¿Y tú esposo?

- Quizá el también ha tenido o piensa en una aventura. La realidad que no sé, pero tarde o temprano pasa. Que algún día pasará, lo tengo por seguro.

Yo me le he quedado viendo y pienso que estoy a minutos y a solo unos cuantos pisos de subir a la habitación del hotel y cogerme a Jocelyn. La verdad que se me antojaba, pues por estos días las dietas sexuales han sido parte de mi vida. Sin decir alguna palabra por unos segundos es Jocelyn la que toma la iniciativa de apresurar los pasos y determinar si nos ...

... vamos a revolcar en la cama de mi habitación.

- Tony, no te quiero incomodar, pero los efectos del alcohol me han hecho hablar y ser sincera contigo. La verdad, que es mejor que me vaya antes que me termine la margarita.

- No te permitiré que conduzcas en esa condición… termínate tu margarita y subamos a mi habitación.

Se prolonga por unos diez minutos y finalmente estamos camino a tomar el ascensor. De solo imaginar que me estaré culeando a Jocelyn, mi verga hace ya bulto pero por suerte llevo mi traje y ayuda a ocultar mi erección. En el ascensor nos comenzamos a comer a besos, y aunque sentir sus pechos y tocar sus glúteos es una experiencia totalmente excitante, escuchar decir mi nombre de los labios de Jocelyn, me recuerda la descripción de mi amigo Rivas, al referirse a esta chica como “la voz de orgasmo”. Realmente es una delicia y ya me la imagino cómo ha de gemir cuando me la coja.

Entramos a la habitación y no hay preámbulos. Ella desesperadamente me remueve mi traje y entre besos por aquí y caricias por allá, en segundos me ha dejado solamente en calcetas y mi bóxer. Luego yo hago lo propio y comienzo a quitarle ese vestido rojo bien ajustado que lleva y me encuentro con un sostén también rojo y un bikini del mismo color, el cual la parte posterior lo tiene introducido en medio de sus dos hermosos y despampanantes glúteos. Ella se queda con sus dos últimas prendas y no pierde tiempo bajando mis bóxers y se dedica a la faena de darme una deliciosa mamada. Yo ...