1. Negocio de familia


    Fecha: 12/02/2020, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Nivel de puerquedad: moderadamente puerco.
    
    Advertencia: No te tomes este relato como lo que no es; es sólo una fantasía, un cuento ficticio para entretenerse un rato y desfogarse sin dañar a nadie, escrito por alguien que ni siquiera tiene mucho sexo (de lo contrario, no tendría quizás ni ganas ni motivación para escribirlos).
    
    ***
    
    Como cada mañana, me levanté con la cola un poco adolorida, o quizás un poco más que de costumbre, y hasta volví a tocarme para asegurarme que nada se hubiera roto.
    
    Pero no, todo estaba bien, era sólo el dolor.
    
    Hasta mamá se dio cuenta cuando bajé a almorzar, no sé si por la cara o por la forma de caminar, o las dos cosas.
    
    --¿Estás bien?
    
    --Sí, sólo me duele un poco.
    
    --Llorona --dijo mi hermana, divertida, y me pasó un tazón con cereal.
    
    --Ya te he dicho muchas veces que tienes que dilatarte muy bien antes, para que cuando te entren estés ya bien abierto.
    
    --Lo hice, siempre lo hago, pero es que ese último tipo... uuy, estaba tremendo.
    
    --¿El de la barba como de chivo? --preguntó mi hermana, sonriendo como siempre.
    
    --No, el otro, el gordo que llegó antes, creo que nunca me había tocado uno tan vergón.
    
    --Ja, ja, chillona, yo las he tenido peores.
    
    --Pero no es lo mismo, mensa --le respondí yo, aventándole un trocito de cereal.
    
    --Bueno, bueno, hazte un baño de asiento y luego te pones de la pomada, a ver si con eso se te quita.
    
    --Mejor me tomo la noche libre.
    
    --Como quieras, pero ya sabes que en sábado ...
    ... siempre viene aquel tipo.
    
    --Tu novio --interrumpió mi hermana, mirándome juguetona.
    
    --Ja, ja, muy graciosa. Y el tuyo, ¿ése pelón con patas cortas?
    
    --¡Mensa! ¿Qué culpa tengo yo de que le guste?
    
    --Pues igual qué culpa tengo yo de que aquel tipo no deje de venir.
    
    --Bueno, pues paga muy bien, ya sabes, y además es decente.
    
    A veces era difícil comprender a qué se refería mamá con eso de ‘decente’, pero sí, quizá, en términos generales, el tipo aquel era ‘decente’, así fuera sólo porque no era un marrano libidinoso como casi todos los demás.
    
    Hasta allá arriba se escuchaban los ronquidos de mi primo, que vivía al otro lado y necesitaba al parecer bastante más horas de sueño que nosotras.
    
    --Creo que necesito comprarme algo de ropa, este bra ya está todo flojo --dijo mi hermana, sacándose un tirante.
    
    --¿Y los que te compré el otro día?
    
    --Ay, esos son para el trabajo, ni modo que los traiga todo el día.
    
    --A mí también me hace falta.
    
    --¿Y a ti para qué? --dijo mi hermana, medio en broma, medio en serio.
    
    --Pues para que te enteres, ya tengo bastante con qué llenarlos.
    
    --A ver.
    
    --¿A ver qué?
    
    --A ver, enséñame, igual también yo empiezo a tomar hormonas --dijo mi hermana, que a pesar de tener dos bonitas tetas soñaba con tenerlas mucho más grandes.
    
    --Nada de hormonas para ti, salen carísimas --intervino mamá, y luego se volvió hacia mí--: ¿Qué tanto te han crecido?
    
    --Pues... ahorita no llevo ningún relleno --le dije, sonriendo y un poco ...
«1234...»