1. Ayer Regrese a Mi Pueblo


    Fecha: 02/02/2020, Categorías: Dominación / BDSM Autor: wastedLalo, Fuente: SexoSinTabues

    Nazz Lee estaba algo nerviosa. Finalmente había terminado el papeleo, los trámites burocráticos. No eran excesivos pero siempre podía surgir un contratiempo si faltaba un papel o una firma adecuada. Aparcó su coche en la zona de visitas. El edificio era antiguo y de aspecto tenebroso. Miró hacia sus altas torres y sintió un escalofrío. Parecía una cárcel. De hecho eso es lo que era. Una monja joven la recibió con una amable sonrisa en su bello rostro. Nazz sonrió también tímidamente al tiempo que le mostraba el documento. La novicia lo tomó en sus bien cuidadas manos y tras una rápida ojeada le hizo seña con la cabeza de que la siguiera. Caminaron por largos corredores hasta una sala donde la hizo pasar y le dijo que esperase. Otras dos mujeres estaban ya en la sala. Inquietas y nerviosas como Sarah. —Buenos días — musitó y ambas le respondieron con un murmullo. El tic—tac del carillón de la pared frontal era el único sonido que podía escucharse en la sala. Nazz escuchó el gemido de un niño y se volvió rápidamente. De las dos mujeres, una de ellas, la más mayor, una mujer más cerca de los cincuenta que de los cuarenta bajó el brazo y Nazz escuchó el típico sonido de una bofetada. —¡Cállate, no te quiero oír! — dijo la mujer más madura que miró a Nazz y a la otra mujer — vengo a cambiarla — comentó a modo de excusa la señora. Nazz se puso colorada y la otra, la más joven de las tres se interesó. —¿No ha funcionado? ¿Demasiado rebelde? —No se trata de eso… es que me gusta ...
    ... cambiar. Tengo tres. Ésta es la segunda que cambio — contestó con seguridad y cierto desdén — no quiero encariñarme demasiado. Nazz y la muchacha más joven se removieron en sus sillas, inquietas. —¿Son primerizas ustedes? — preguntó la más mayor que ahora acariciaba el cabello de la niña que Nazz seguía sin ver pues quedaba oculta por la silla y las piernas de la propietaria. Las dos asintieron con la cabeza. —Se nota. Yo estaba igual con el primero. —¿Qué edad tiene? — preguntó nazz —Siete años. Hace tres que la adopté. Nazz y la otra asintieron, un poco incómodas. La monja joven entró y llamó a la mujer más mayor que se levantó. Nazz pudo ver a la niña que había gemido. La pequeña siguió a la señora y salieron de la sala. De nuevo quedó en silencio, sólo el tic—tac del carillón. Finalmente fue la joven la que se atrevió a preguntar a nazz . —¿Viene a recogerlo? —Así es… estoy un poco… nerviosa — confesó Nazz . —A mí me pasa lo mismo. No sé cómo resultará. —Bien, imagino. Tengo algunas amigas que tienen uno y todas están contentas. —Claro, seguro que será así. Y si no… siempre se pueden cambiar — dijo con una risita nerviosa la mujer que debía tener unos pocos años menos que Nazz Lee. Al cabo de un rato vieron, a través de la puerta abierta del salón, salir a la primera mujer seguida de un niño que evidentemente era otro que aquel con el que había venido. Nazz quedó sola cuando la mujer joven fue llamada por la novicia. Pasó casi media hora pensando en el futuro más inmediato. ...
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