1. UNA YEGUA PARA MI SEMENTAL


    Fecha: 24/01/2020, Categorías: Gays Autor: MonsterGuy, Fuente: SexoSinTabues

    Aquella tarde no tenía absolutamente nada qué hacer, así que decidí tomar una siesta para matar el tiempo pero, justo en el momento en el que me disponía a acomodarme en mi cama, el pitido de un automóvil se escucho a las afueras de mi hogar. Intrigado, caminé hasta una ventana que daba a la calle y vi una enorme camioneta color rojo mate estacionada en la acera. Inspeccioné el interior de la camioneta y me sorprendí cuando vi que el conductor era Miguel, mi novio. Desde el asiento del conductor, Miguel se encontró con mi mirada y me sonrió con aquella boca de labios carnosos y dientes blancos, y con un ademán, me indicó que vayamos a dar un paseo. Rápidamente me vestí una muda de ropa sencilla y corrí al encuentro de mi novio en aquella camioneta de aspecto rural. Una vez dentro del automóvil, quise saber de qué se trataba esto. —¿Y esta camioneta? —le pregunté a Miguel cuando piso el acelerador. —Es de un amigo de mi papá —confesó. —¿Y. ? —Mi papá organizó una fiesta anoche para celebrar la Independencia. Ya sabes —me explicó—. Este señor se emborrachó tanto que le llamó a su hijo para que vaya por él —rió—, así que tuvo que dejar su camioneta en mi casa. —Y te pidieron que se la llevaras —adiviné. —Exacto —me confirmó—. El señor vive en un rancho, así que me ofrecieron pasar el fin de semana ahí a cambio del favor —me informó. —¡Ni siquiera traje ropa extra! —le reclamé. Miguel me miró sin dejar de conducir. —No te preocupes —me tranquilizó—. Traigo ropa demás. Eso era lo ...
    ... bueno de ser de la misma talla. —Bien. Se hizo el silencio mientras la camioneta se deslizaba por la carretera. —Nos quedaremos en la habitación del hijo del señor —me aclaró—. Tuvo que salir de viaje y dejó vacante su cuarto. —¿Qué van a decir en la casa? —Me alarmé. —Diré que eres un amigo, pero lo que no saben es que eres mi yegua —rió y me miró serio—. Así que no vayas a gemir tan fuerte, por favor. Los dos reímos a carcajadas y la expectativa de dos días a solas con mi hombre se dibujó en mi mente como una excitante aventura. —Avísale a tu mamá —me sugirió. —Está bien. El camino hasta el rancho no fue tan largo, pero su ubicación en medio de la nada se hizo evidente en el momento mismo en el que nos internamos en un sendero bordeado por verde maleza. —Llegamos —anunció Miguel. Un enorme portón negro se elevaba frente a nosotros y nos impedía el paso. Miguel pitó un par de veces hasta que un anciano salió del interior y se acercó a su ventana. —Vengo a dejar la camioneta del señor —le avisó Miguel al viejo. El anciano nos inspeccionó a los dos y, después de un segundo, dijo: —Sí, sí, sí. Es verdad. Ahorita te abro el portón. El anciano regresó al interior de la fortaleza y el portón comenzó a desplegarse. Miguel se introdujo en la propiedad y paró para recibir las indicaciones del anciano, quien se encontraba en una caseta a nuestro lado. —Déjala hasta el fondo, cerca del establo —gritó. —Seguro —aseguró Miguel. Recorrimos un pequeño camino hasta que, finalmente, llegamos ...
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