1. El juego de Julen


    Fecha: 23/01/2020, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Safo_Nita, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamoClarise. Voy a cumplir los treinta y cinco años, no sin pesar. Mi tío falleció hace unos meses. Por eso ahora me siento libre para contar lo que sucedió hace unos quince años.
    
    El verano languidecía, con noches que empezaban a ser más largas y frescas. Mamá me había enviado a pasar un mes con mi excéntrico tío Julen. Lo hacía cada año, para alejarme de malas influencias y para despreocuparse de mí. Así ella podía dedicarse plenamente a la gira de su compañía de teatro, y a sus ocasionales amantes.
    
    Mi tío vivía en el campo, en una vieja mansión decimonónica, ruinosa, de paredes blancas recubiertas por la hiedra. Estaba divorciado y no tenía hijos. Su matrimonio había durado lo que un suspiro: la luna de miel y cinco meses. Él no soportaba la vida conyugal; además, le gustaba seducir y dominar a todo tipo de mujeres, jugar con sus sentimientos, hacerlas gozar y sufrir. Pero en el fondo, a pesar de su carácter irreverente, era una buena persona.
    
    Sin embargo las locuras de su juventud habían pasado a mejor vida. A sus 60 años los dolores reumáticos lo obligaban a usar bastón. Tenía el hígado en un estado lamentable y los pulmones arrasados por la nicotina. Su cuerpo enjuto, fibroso, se consumía lentamente; parecía tan frágil como un canario desplumado. Con todo, en su cara aguileña, bajo los ralos cabellos plateados, aún conservaba esa mirada aguda de halcón al acecho.
    
    Mi tíoJulen me quería como a esa hija que no había podido tener. Había confianza, respeto y ...
    ... comprensión mutua. Al menos yo lo veía así, y no dudaba en aprovecharme de ello. Conmigo se mostraba autoritario cuando era necesario, pero a la larga accedía a mis caprichos. Le gustaba provocarme, reírse de mí, desafiarme con su cultura o humillarme con su experiencia. A veces me trataba como si fuera una niña, y otras como si fuera una mujer mayor.
    
    Lo cierto es que a mis veinte años todavía era una joven inocente, tímida y curiosa. Tenía un carácter alegre e inquieto, pero en el fondo era terriblemente insegura y susceptible. Seguía acomplejada por mi baja estatura, y por unos atributos femeninos poco desarrollados y algo separados. Aunque lo que más me disgustaba era mi nariz, larga y estrecha, que desencajaba en un rostro tan ovalado. En cambio, me sentía muy orgullosa de mi cabello ensortijado, fino y brillante, dorado como el trigo.
    
    El campo me gustaba. Recorría los prados cercanos; me internaba en los bosques sombríos; hundía mis pies desnudos en el riachuelo impetuoso que serpenteaba hacia el valle. Disfrutaba con el paisaje, con sus olores y sus colores. Disponía de mucho tiempo libre, y a veces me dejaba llevar por mis fantasías para apagar las ocasionales calenturas. Cualquier lugar apartado era bueno para deslizar mis dedos bajo el vestido. Lo hacía con discreción, evitando ruiditos o jadeos, pero eso no impedía que disfrutara y que incluso pudiera llegar a un orgasmo. Tampoco era necesario. Se trataba, más que nada, de distraerme y gozar.
    
    Solía recogerme ...
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