1. Confusión


    Fecha: 10/12/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos

    A veces hay que darse oportunidades en la vida, porque uno nunca termina de conocerse a sí mismo.
    
    Esto pasó unos diez años atrás, cuando me acercaba a los treinta años.
    
    En esos días era un joven de larga melena a media espalda, cuando la calvicie no me acorralaba, una persona que se mataba en el gimnasio y lucía unos músculos envidiables, un soltero que solo buscaba cogerse a las mejores mujeres que se cruzaran en su camino, y por pura casualidad terminé como terminé, sería el fin de una vida, el comienzo de otra.
    
    Noche de viernes, terrible frío invernal que invitaba a meterse bajo diez cobijas y ni asomar la nariz por la puerta, pero para el cazador nada es imposible, así que me puse impecable y a media noche me monté a mi motocicleta y salí por mi presa.
    
    La moto y yo éramos inseparables, por más frío que hiciera, es que saben, a las putitas les encantan las motocicletas, y a mí me encantan las putitas…
    
    Fui a un boliche entre tantos que acostumbraba a ir, estuve un par de horas y no había un buen ambiente, ni siquiera chicas que llegaran a mis pretensiones, así que un tanto frustrado, después de tomar un par de cervezas, decidí buscar oportunidades en otro sitio.
    
    Entre una cosa y otra ya eran las cuatro de la mañana, por lo que elegí un antro que conocía hacía algunos años, un lugar donde seguro uno no conseguiría a la mujer de su vida, lugar de putas y tranzas, un lugar donde si lo que querías era coger, bien, iba como anillo al dedo.
    
    Fue donde la ...
    ... conocí, la vi a unos metros de la barra, estaba sentada sobre un alto taburete dándome la espalda en ese momento, una rubia platinada de cabello corto, a la nuca, lacio, un tanto original, asimétrico, a un lado cortado arriba de su oreja, al otro llegaba a su hombro, tenía un vestido marrón oscuro, chocolate, con toda la espalda descubierta, por lo que adiviné que no llevaba sostén, donde resaltaba el tatuaje de un gran tigre, la profundidad de ese escote trasero llegaba casi al límite de la cola, se hacía muy sugerente, y sus anchas caderas relucían sobre ese pequeño banco.
    
    Fui al abordaje, a encararla cara a cara, en ese momento estaba bebiendo un trago largo por un sorbete, sus carnosos labios se me hicieron excitantes, como su original nariz, delgada, pero terminando como en un pequeño botoncito, lucía un pircing brillante atravesándola, de ojos miel y mirada pecaminosa, la observé y le dije
    
    Hola, te pago una copa.
    
    Hola, primero, ya estoy tomando una, segundo, pensé que me invitarías a coger…
    
    Su respuesta directa, inesperada y franca me causó una sonrisa, seguí la charla…
    
    Tienes razón, ya tienes una copa, y también es cierto, y ya que lo mencionas, pretendo cogerte…
    
    Ella se rio y puso un freno a mi avance, avance que ella misma había iniciado.
    
    Pedí una cerveza, y mientras hablábamos pavadas, Noelia (ese era su nombre) se me hacía muy excitante, en especial sus pechos, dado que al no tener sostén se movían libremente de una forma loca, incluso marcando sus ...
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