1. EL TORMENTO Y EL EXTASIS (1)


    Fecha: 08/12/2019, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    A Laura la abandonó su marido a los seis años de casados, cuando ella frisaba en los treinta. Simplemente desapareció. No de la noche a la mañana, sino de la mañana a la noche, pues un día salió de casa para ir a trabajar y nunca más volvió. Luego supo que unos días antes de desaparecer se había despedido del trabajo a cambio de una indemnización de setenta mil euros. Laura quedó con dos hijos, de tres y cinco años, y con sólo los pocos euros que guardaba en casa, pues el hijo de tal de su marido había dejado tras de sí la cuenta bancaria más pelada que el culo de una mona, y las letras del piso al aire: “Arréglatelas tú para pagarlas, Laura, que yo me largo” parece quepensó e hizo. Desesperada acudió a Marta, su buena amiga y vecina, más que a contarle su desgracia a tratar de compartir con ella su desolación, su impotencia, en innato instinto de encontrar un pecho donde poder desahogarse. Marta fue ese pecho que necesitaba entonces. La atendió, la consoló, juntas pusieron de “hoja perejil” a los maridos en particular y a los hombres en general. Por finales, Marta se brindó a ayudar a Laura en cuanto le fuera posible Pasaron unos días, pocos pues para pocos días daban los euros que guardaba en casa, y se decidió a pedirle a Marta otro favor: Ver si la podía recomendar en la empresa donde trabajaba. Entonces Marta le dio una tremenda sorpresa que la dejó fría. Su amiga, bastante antes que ella, había pasado por lo mismo, el abandono de su cónyuge y en situación parecida, una ...
    ... mano atrás otra adelante y la calle para correr, con las letras del piso corriendo tras de ella más que ella podía correr delante de las dichosas letras. Una ventaja sobre Laura encontró Marta, no tener hijos que atender. ¿Qué solución adoptó para salir del embrollo en que su ex la metió? Sencillo, la prostitución de nivel medio-bajo, en una sala de fiestas frecuentada, mayormente, por tíos en busca de una “novia para un rato/una noche”, previo pago de lo que la “novia” les demandara. Como es de esperar, Laura alucinaba en colorines ante la confesión de su amiga y vecina. No, ella eso nunca lo podría hacer. Marta comprendió la postura de su amiga y, aunque le aseguró que, una vez “empezado el melón”, acabar de “tragarlo” no era tan difícil, simplemente le dio dinero, no prestado sino a fondo perdido con aquello de “Me lo devuelves cuando puedas, por eso no te preocupes”, y Laura, con más colores en la cara que un payaso en escena, tomó el dinero y se puso a buscar empleo a lo que saliera. Pero las semanas iban pasando y ni ella encontraba empleo ni Marta tampoco dejaba de ayudarla con más y más dinero a fin de que Laura pudiera seguir buscando empleo “normal”, por lo que a poco más de un mes de quedar sola en la vida, Laura se decidió a que Marta la introdujera en tan peculiar “profesión”. La desesperación, el verse sola y abandonada, con dos hijos que dependían de ella y sólo de ella y el vencimiento de las letras del piso aproximándose a marchas forzadas la decidieron a dar ...
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