1. Llegó mi prima Roxana


    Fecha: 23/06/2017, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Dedicado a Juan M.
    
    Cuando yo era un niño, mi tía Francisca se fue para Argentina. Se casara por poderes con un hombre de una aldea vecina que había emigrado. Recuerdo la despedida en el puerto de Vigo antes de entrar en aquel inmenso barco. Mis abuelos sabían que no la iban a volver a ver. Fue algo muy triste.
    
    Mi tía tardó en tener hijos pero al final tuvo la parejita. Fidel y Rosana.
    
    Roxana, hace unos meses vino a conocer a su familia materna y paterna.
    
    Estábamos dando cuenta de un churrasco con criollos. Llamaron a la puerta y fui a abrir. Allí estaba mi prima, 36 años, rubia, de ojos marrones, estatura mediana. Vestía una minifalda negra, una camiseta blanca en la que se veía el canalillo de sus enormes tetas, una cazadora negra y un gorrito, y calzaba unas botas negras con tacón de aguja, de esas que suben de las rodillas. Me preguntó:
    
    -¿Sos vos Enrique?
    
    -¿Quién eres?
    
    Sonrió, enseñando sus blancos dientes, y me respondió:
    
    Roxana, la hija de Francisca, la de Argentina.
    
    Le di dos besos en las mejillas.
    
    -Pasa, pasa, prima.
    
    Entró en casa y comió con nosotros...
    
    A mi esposa no le gustó nada por la manera que tenía de vestir y de hablar, y menos después de preguntarle si tenía novio y responderle Roxana que sólo necesitaba un dedo. Mi esposa le llamó mal educada... En fin, que amigas no quedaron. A regañadientes dejó mi mujer que fuese yo quien la llevase a conocer el resto de la familia.
    
    Al día siguiente, a las diez de la mañana, fui a ...
    ... buscarla al hotel en el que se hospedaba para llevarla a ver a los familiares de su padre. Me recibió en la puerta de la habitación de su hotel con una lencería blanca, compuesta por un camisón-picardías de seda, transparente, bajo el que se veía un sostén que apenas sujetaba sus enormes tetas, unas bragas con lazos, el liguero y las medias. Estaba vestida para matar. Aún sin entrar, me dijo:
    
    -Vení temprano.
    
    -Quedamos a las diez.
    
    -¡Ya es tan tarde! ¡Cómo vuela el tiempo! -con un gesto me invitó a entrar en la habitación- ¿Querés chupar algo?
    
    Entré en la habitación y cerró la puerta. Olía de maravilla.
    
    -No, no quiero beber nada. ¿Qué perfume llevas?
    
    -Amor, amor. ¿Seguro que no querés chupar nada?
    
    Quise decirle que quería chuparle el coño, pero me entendió igual, al decirle:
    
    -Veneno. Dame veneno que quiero morir. ¡Quiero morir por vos, mina.
    
    Se sentó en un sofá, cruzó las piernas, sonrió, y me dijo:
    
    -Hablás argentino, pibe.
    
    -Unas palabras. Las aprendí con una argentina.
    
    -¿La segundona?
    
    -Una amiga íntima.
    
    -La otra. ¿Qué palabras sabés?
    
    -Vos, tú. Sos, sois. Con vos, contigo. Pibe, muchacho. Mina, chica. Morfar, comer. Chupar, beber. Busarda, panza. Pucho, cigarrillo...
    
    -¿Tenés uno? Se me acabaron.
    
    Le di un paquete Winston sin abrir y un encendedor.
    
    -Quédatelos.
    
    Se echó a lo largo del sillón. Parecía Jessica Rabbit, pero de carne y hueso.
    
    -¿Qué más palabras argentinas sabés?
    
    -Boludo, tonto. Un cachito, un poquito. Me las ...
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