1. El Sexo más placentero


    Fecha: 15/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    El relato que les envío es cien por cien real. Esto pasó cuando yo tenía 20 años y mi hermana 17, ahora tengo 27. Ella es de pelo castaño, ojos celestes y mide 1.75, tiene unas gomas perfectas y una cola de lujo; es lo que se puede decir una hembra. Yo soy alto de pelo negro, bien dotado y corpulento. Desde mi adolescencia la deseo, ya que de chicos jugábamos al típico doctor y nos desnudábamos y juntos tocábamos nuestras partes íntimas pero nunca cogimos hasta que...
    
    Un día estábamos en la pileta de casa los dos solos, nuestros padres estaban ausentes debido a que estaban en lo de unos amigos. Le propuse que compráramos unas cervezas y ella accedió; las compramos y nos tomamos entre los dos como cinco. Estábamos bastante borrachos, y me vinieron ganas de fumar cannabis; en mi cuarto yo tenía uno. Lo llevé a la pileta y le ofrecí. Ella nunca había probado, al comienzo se negó pero la convencí. Ya borrachos y fumados nos pusimos a nadar y a jugar nadando, y entre los juegos hubo unos roces, lo que me puso al palo. Yo me sentía muy caliente aunque fuera mi hermana y cuando podía tocarla lo hacía. Nos sentamos en el solarium y sin preguntarle a ella la tomé de sus caderas e hice que se sentara en mis piernas. Mi verga se erectó enormemente y mi tronco rozaba su tanguita negra, mientras yo presionaba para que ella sintiera más mi arma. Ella se dio cuenta y me dijo que saldría de la pileta para recostarse en la reposera a tomar sol. Se recostó boca abajo en la reposera y de ...
    ... esa manera pude presenciar esa cola perfecta. Mi mente se volvía cada vez más morbosa y me moría de ganas de arrancar esa tanga negra. No pude resistir más y decidí satisfacer mis necesidades... Le dije si quería que le pusiese bronceador porque si no, el sol le haría daño y me dijo que sí. Empecé a esparcir el bronceador por su espalda, desprendí su bikini pero ella no dijo nada, total sus tetas no se le veían porque estaban tapadas por la reposera, aunque sí resaltaba un poco de sus carnes debido a que tiene tetas grandes (tiene 92 de pechos).
    
    Empecé a esparcir el bronceador por toda su espalda, yo no daba más y cuando podía, mi mano se escapaba un poco y masajeaba un poco esas brutales tetas, siempre sin tocar sus pezones. Mi mano empezó a bajar más y más hasta que llegué al umbral donde comienza su majestuoso orto, ¡ya no daba más! Metí la tanga dentro de su raya y le seguí masajeando sus nalgas hasta que y de vez en cuando rozaba su vulva. Debido a que ella estaba pedo y fumada se empezó a calentar y a lanzar un suave gemido. De repente, ya sin disimular lo más mínimo, enterré dos de mis dedos en su conchita. Ella suspiró de placer, pero se paró y me dijo que tenía que hacer una llamada a su amiga Marta y se fue.
    
    Yo me sentía muy culpable pero no podía dar marcha atrás. Pasaron los minutos y no volvía, me fui para dentro de casa y sentí el ruido de la ducha, entré y vi su tanga y su bikini en el suelo, levanté su tanga y sentí su olor a flujo, ¡la pendeja se había ...
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