1. Mamá, gorda y puta.


    Fecha: 24/09/2019, Categorías: Incesto Autor: RelatosHott, Fuente: SexoSinTabues

    Ese día desperté temprano. Me percaté de que tenía la verga totalmente erecta. Sin embargo, no me levanté de la cama, seguía ahí. Cerré los ojos por unos minutos; intenté seguir durmiendo. Pero no pude. Había agarrado el tronco por encima de mi calzoncillo con la mano. Empecé a frotarlo. El sueño comenzó a disiparse a medida que mi calentura aumentaba, así que abrí los ojos; estaba decidido, iba a comenzar la mañana haciéndome la paja. Aparté las sábanas de mi cuerpo y extraje mi verga del calzoncillo. Volví a cerrar a los ojos. Empecé a masturbarme. Diversas imágenes aparecían en mi cabeza; todas de porno que había visto: tetonas, embarazadas, transexuales, lesbianas, milf, madres con sus hijos. No quería quedarme sólo con mi imaginación. Necesitaba aumentar la excitación. Finalmente me levanté de la cama, y me dirigí a la computadora. Una vez encendida, me quité la ropa interior y quedé desnudo de la cintura para abajo. Me puse a mirar pornografía. Miré un montón de subgéneros, las mismas que pasaban en mi cabeza. Al final, me decanté por el incesto. Observé varios videos, en especial los de madres cogiendo con sus hijos. Cada escena maximizaba el placer. Sentía la forma en la que mi pene se endurecía hasta el punto de parecer una piedra. Parecía que iba a reventar. Las venas muy marcadas. La cabeza colorada y humedecida por el líquido preseminal. Mis huevos rebotando en el asiento. Me estimulaba pensar en esos tipos que se cogían a sus propias madres. Me estimulaba pensar ...
    ... que todo eso era posible. Sabía que todo era actuado, que no eran familiares. Entonces llegué a un punto en el que me enceguecí, en el que mi mente se ponía en blanco. Una sola imagen se centró en mi cabeza: la de mi mamá. Hacía una semana que mi papá se había marchado a su trabajo en las minas localizadas en el sur del país. Tenía que quedarse dos semanas en aquel lugar, luego regresaba a casa por otras dos semanas. Así que ella y yo estábamos solos. Papá ganaba un buen salario, por lo que mamá podía trabajar tranquilamente como ama de casa. Sabía que se había despertado antes que yo; debía limpiar. Obnubilado por la excitación, cometí una locura, pero poco me importaba. Me puse de pie y fui en busca de mi mamá. Primero salí de mi dormitorio y mire a ambos lados del pasillo. Como no la vi, intuí que se encontraba en la cocina, así que comencé a caminar por el pasillo. Estaba decidido, como dije antes, nada me importaba. Iba por ahí, sólo con mi remera, con la verga erecta al aire, mis huevos colgando, descalzo, sintiendo una leve brisa en mis muslos. Me detuve en la entrada de la cocina/comedor, miré de soslayo hacia el interior, y allí estaba. Mi madre limpiando el piso con el trapeador. Es una mujer de cincuenta y cuatro años, 1, 70 metro de altura, con el físico promedio (o estereotipado) de las amas de casa de su edad: gorda, de unos noventa kilos; un culo enorme, bien ancho, y unas tetas gigantes, que cubren más de la mitad de su vientre. Como era pleno verano, llevaba ...
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