1. Fantasía erótica: El regalo


    Fecha: 22/09/2019, Categorías: Incesto Autor: Alvaro G. Suese, Fuente: CuentoRelatos

    ... orgasmo, una y otra vez, gritos, gemidos, placer, deseo. Agachado le succiona el coño, ella orgasmeó como jamás lo había hecho; después con su mano llena su vagina, vuelve a sobrevenir otro terrible orgasmo y así hasta que al final, él se levanta regresa frente a ella, hace que toda la verga entre en su boca y le sobreviene el orgasmo que ella saborea, paladea, tragándose todo su semen. Ya lo había dicho él, "suelto cantidad de leche cada vez que me corro".
    
    Una mirada agradecida y allí se queda ella, tirada sobre la cama, destrozada, rota pero satisfecha del placer recibido que se le hizo corto, escaso, deseaba más como así se lo hizo saber, suplicando, en más de un instante.
    
    La conversación termina. El acuerdo está cerrado, volverá a ser suya en un mes. Otra sesión en un hotel, otras horas de lujuria sin límites. Ella gozará, eso es lo importante, lo que cuenta.
    
    Al regresar a casa se lo dijo. Sin muchas alharacas, sin mucho énfasis. Le dijo que iba a hacerle un regalo. Le habló de una nueva sesión con aquel hombre que tanto placer había sabido darle. Le gustó la idea, incluso le hablo con franqueza que le había puesto los dientes largos de solo pensarlo.
    
    ¿Qué pasaría por su mente en aquel momento?, ¿en qué pensaría mientras él le ofrecía su regalo? Lo pensó, trató de leerlo en sus ojos, aquella sonrisa enigmática denotaba deseo, ansia como había dicho aquel hombre. Entonces surgió aquella respuesta a su pregunta si deseaba que él estuviese presente como la ...
    ... primera vez. Ella lo pensó y respondió con franqueza. Deseaba repetir la experiencia con aquel hombre pero deseaba hacerlo sola, sin él como testigo, los dos solos, ella y aquel individuo juntos en la habitación, en la cama, gozando, dándose mutuo placer.
    
    Quedó sorprendido, Jamás hubiese esperado aquella respuesta. Mentalmente se había imaginado que ella respondería algo así como “si tú no estás yo no iré”. Sin embargo no fue como esperaba. Volvió a recordar las imágenes de aquella sesión, los besos, las caricias, las miradas, las palabras dichas en baja voz. Una especie de daga se clavó en su alma.
    
    La miró una y otra vez. No había vuelta atrás. Él le había ofrecido un regalo y lo que es peor, le había dicho que jamás dejaría de atender una petición suya. Nunca. Cumplió su palabra. Contactó con aquel hombre y le dijo que la cita sería con ella a solas. Él se mostró del todo complacido, ya no habría estorbos, sería suya como él y ella deseaban.
    
    Pasaron las semanas y llegó el día. Buscó una habitación en aquel hotel al que llegaron juntos poco antes de las siete. La habitación era muy similar a la anterior. Llamó al individuo y le hizo saber los datos del alojamiento, luego comenzó a prepararla en silencio. Con una amarga sonrisa la desnudó, la ató, le vendó los ojos, incluso la tocó con descaro para calentarla, para que entrará en situación. La hora se precipitaba, cada vez faltaba menos. Le quitó la venda de los ojos, la besó con ternura y la hizo arrodillarse mientras de ...