1. Deborah devora


    Fecha: 30/08/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Antes de relatarles lo que me sucedió quisiera decirles que mi nombre es Iván, tengo 22 años y estoy en primer año del profesorado de Matemática en un instituto privado cerca de mi casa; ahí es donde conocí a Deborah D. (D.D. como le gusta que la llamen), una chica de 24 años de cabello largo, lacio y castaño, ojos color marrón tirando a miel y un cuerpo bastante lindo, sus tetas no son demasiado grandes ni demasiado chicas, son, como habría de darme cuenta más adelante, del tamaño perfecto para caber en mis manos; sin embargo, tiene unos labios carnosos y un culo redondito y tan firme (prueba fehaciente de que vive andando en bicicleta) que más de una vez tanto uno como el otro han sido la inspiración de más de una paja nocturna.
    
    Nuestra relación diaria en un principio no pasaba más allá de la típica entre dos personas que asisten a un colegio, conversábamos en cada rato que teníamos principalmente de los profesores y las materias. Pero luego de haber entrado en la suficiente confianza, comenzamos a dirigir nuestras charlas hacia el ámbito personal, así fue como supe que ella no se estaba sintiendo muy conforme con el tipo con el que estaba saliendo pues, según ella me contó en confidencia, éste no la había satisfecho a la hora de coger debido a que él nunca se había desviado de las "maneras tradicionales" como ella me explicó, a lo cual yo medio en joda le respondí que ese tipo era un estúpido y que de ser yo intentaría de todo con ella, lo que originó una risa entre ...
    ... pícara e inquietante por parte de ella. Después de ese día el tema del sexo dejó de ser parte de nuestra comunicación ya que era noviembre y los parciales se aproximaban, con lo que nuestra concentración se vio enfocada en el estudio.
    
    Una vez pasados los parciales, esto es, a principios de diciembre, y debido a que algunos profesores no lograron dar todos sus respectivos programas, teníamos que seguir yendo a clases. Esto, sumado al hecho de que la sensación térmica ronda los 29 grados, hace que aún vistiendo liviano (bermudas y remera, zapatillas sin medias) cada clase sea una tortura. Lo único bueno era el poder verla a ella en sus calzas ajustadas que hacían que la tanga que vestía se le metiera bien entre sus hermosas nalgas, cosa que pasó, y en que forma, en la última clase que teníamos: era una de esas clases pedagógicas que tanto aburren, en eso, el profesor le pide a Deborah que pase al pizarrón y escriba lo que se acordaba de no sé quien, lo cual hizo.
    
    Debido a que no tenía mucho espacio en el pizarrón, debió inclinarse para poder escribir bien abajo, con lo cual me ofrecía a mí, que estaba en primera fila el más hermoso espectáculo, sus nalgas devorándose aquél hilo de su tanga, el cual yo imaginé que era mi pija; esto hizo que mi pija despertara y construyera una inocultable carpa con la tela de mis bermudas, carpa que ella indudablemente vio al pasar cerca ya que me miró a los ojos y esbozó la misma sonrisa que había hecho aquella vez que le dije lo que haría ...
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