1. A ras de sexo


    Fecha: 20/08/2019, Categorías: Incesto Autor: EvaManiac, Fuente: CuentoRelatos

    ... abajo hasta llegar a mis pies. Le ayudé a deshacerme de ellas levantando uno y luego el otro y, cuando las tuvo en sus manos echó una mirada a su interior para confirmar mi extrema calentura. Me enseñó ese pedazo de tela manchado mientras me sonreía con semblante de niño travieso.
    
    -"Has estado mojando un buen rato, por lo que veo".
    
    -"Ya le dije que para mí es inevitable". Justificando esa guarrada de bragas.
    
    Antes de pedirme que me sentara de nuevo, se levantó él para colocar la toalla extendida sobre mi silla. Me pidió que le ayudara a cubrir toda la superficie del asiento, y así lo hice. Se volvió a sentar en su taburete y, levantando mis faldas hasta la cintura, me invitó a sentarme de nuevo.
    
    -"Tienes un chochito precioso", dijo. "Pon una pierna en cada posabrazos, por favor".
    
    El muy cabrón me quería bien abierta. No dudé ni un segundo en obedecer. Con la falda subida y las piernas abiertas, el acceso a mi sexo era total ahora mismo.
    
    -"Menos mal que pusimos la toalla" soltó entre dientes.
    
    Es evidente que yo estaba soltando alguna gota de flujo que acabó, afortunadamente, en la toalla. Me puso la mano en la frente y me reclinó con cariño hacia atrás, apoyándome totalmente en el respaldo de la silla.
    
    -"Ahora déjame a mí"
    
    Enseguida comenzó a acariciar mi clítoris desnudo que, poco a poco se iba hinchando hasta descapucharse del todo. Cuando lo hubo conseguido se centró en mis labios, extendiendo con sus dedos todo el flujo que conseguía de mi ...
    ... cueva. Mientras él invadía mi intimidad más húmeda yo solo podía centrarme en no gemir demasiado alto. Ese frenesí sexual era desconocido para mí. Hasta hoy mismo los tíos solo querían de mí "un buen polvo" y correrse en mi cara, como en las escenas de XHamster. No es que me disgustara ese concepto, pero aquí estaba descubriendo que el placer puede interpretarse de forma muy distinta. El doctor solo se estaba centrando en el mío, y eso me impactó de forma muy positiva.
    
    De vez en cuando, entre gemido y soplido, yo forzaba mi cuello para intentar otear de qué forma este tipo me estaba llevando al Limbo. No conseguía apenas ver nada más que su muñeca. El resto lo tapaba la falda arrugada sobre mi estómago. Lo que sí percibí en uno de esos viajes fue un aroma a sexo que subía irremediablemente hacia mis fosas nasales. No era un olor fuerte, pero olía a sexo, joder. La misma esencia que disfruto cuando me masturbo en casa y me corro en mi mano. Reconozco que me daba un poco de vergüenza pensar que mi compañero de paja reconociera ese olor a coño que, por otro lado, no es que estuviera sucio, sino que desde la ducha matinal no había pasado por enjuague alguno. Y sí por varias meadas. Y claro, la ley de Murphy:
    
    -"Me gusta mucho cómo mojas y cómo hueles, Eva".
    
    Solo se me ocurrió responderle con otro gemido y varios soplidos más. Sus caricias eran cada vez menos sutiles, aportando más fruición. Notaba perfectamente que con el pulgar apretaba mi botón y luego lo deslizaba hacia mis ...
«1...345...8»