1. Mis confidencias con Alexia (I)


    Fecha: 20/08/2019, Categorías: Hetero Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... orgasmo.
    
    No sé cuánto tiempo paso hasta que pude recuperar el aliento y las fuerzas suficientes para incorporarme. Alexia permaneció de pie, risueña, esperándome.
    
    - joder, tía, un día te dará un colapso.
    
    - ya te he contado que no soy multiorgásmica, pero que cada uno mío vale por diez - dije mientras me recomponía el vestido.
    
    Cuando salimos al salón le dije por lo bajini:
    
    - no creas que doy por saldada tu deuda.
    
    - eso espero -, contesto Alexia.
    
    - no sabes lo que te dices.
    
    - ya será menos.
    
    - espera a que subamos y veras.
    
    Seguimos de cháchara el tiempo prudencial para no hacer un feo a los novios y a la concurrencia. Cuando por fin subimos a la habitación nos comíamos con la mirada ascendiendo por la amplia escalera. Cuando Inés cerró la puerta se quedó inmóvil mirándome fijamente. Sus ojos brillaban de deseo, pero era un deseo salvaje, impío... tanto que me dio un poco de miedo.
    
    - quítate el vestido Alexia.
    
    La obedecí sin replicar. Mientras me desvestía note como crecía una especie de ahogo en mi pecho, señal inequívoca de que algo iba a ocurrir, que deseaba fervientemente, pero que seguro no podría controlar. Mi vulva estaba humedecida desde mucho antes de que me cebara en los pechos de esa zorra. Mmmmmm, que cosa más buena... Como se pusieron duros de repente a poco de entrar la jauría de adolescentes... y la muy guarra, como se corrió.
    
    Cuando iba a quitarme el suje me hizo parar.
    
    - no sigas... y no te quites las bragas. ...
    ... Arrodíllate en la cama. En la esquina. Los talones fuera.
    
    Hice lo que me pidió. Me sentía a su merced. Empecé a pensar que me había equivocado. No me va el sado. Nada de nada. A ella sí. Me lo había confesado. Y sin embargo...
    
    La habitación era muy grande y espaciosa. Detrás del lecho de baldaquino había mucho sitio. Yo oía a Inés haciendo cosas pero no la veía.
    
    - ¿qué me vas a hacer? Pregunté.
    
    - daño, me respondió.
    
    - ¿mucho?
    
    - el que tu quieras.
    
    Callé. Y espere. Unas manos recogieron mi pelo en una coleta, y unos labios besaron mi nuca. Se me erizaron los vellos. Inés arrastraba su boca por mi cuello, suave, delicadamente, casi sin tocarme. No pude evitar gemir. Sus manos me rodearon y se posaron en mis pechos forrados por la suave seda marca Cacharel, y bajaron gozando de la piel de mi tórax hasta mi vientre. Los labios se desviaron a mi hombro y mordieron el tirante estirándolo, estirándolo... hasta que no dio más de sí creo, por la violencia del golpe al soltarlo.
    
    - ayyyy -, medio grité. No pude evitarlo. Me había dolido. Pero no me moví. Aquello no era nada. Inés bajó el tirante deslizándolo con sus dientes... y volvió a besarme las cervicales, mientras sus dedos jugaban con el elástico de mis braguitas, estirándolo y dejando que volviera a su lugar. El tirante del sostén que todavía quedaba en su sitio corrió la misma suerte que su gemelo, después de besar un poco más violentamente mi hombro. La dentadura de Inés terminó con mis arneses íntimos, en mi ...
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