1. Mi tía y yo


    Fecha: 19/08/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi tía y yo.
    
    No recuerdo desde cuando pero yo me masturbaba desde muy pequeña. No se la razón pero yo tuve mi despertar al sexo muy pronto, quizás con cinco años. A esa edad ya recuerdo tocarme “sabiendo” lo que hacia, es decir, no sabía exactamente lo que hacía pero si sabía que aquello me daba mucho gusto y era algo que hacían los mayores. Sin lugar a dudas, a los siete u ocho años yo me masturbaba con pleno conocimiento de causa. Me sentía muy caliente casi siempre y cualquier cosa me encendía internamente el fuego del sexo. No soy ninfómana, lo se, pero me falta poco. Puedo pasar sin sexo, si hace falta, por eso no soy una enferma, pero me gusta ante todo en la vida. Disfruto con el sexo de forma que mi carácter es otro cuando estoy satisfecha y viceversa. Soy bisexual, aunque me gustan bastante más las mujeres que los hombres y me hacen gozar más. Esta es la historia real de parte de mi vida y de cómo una tía mía me introdujo en el mundo del sexo más salvaje que se pueda imaginar. Casi toda mi gente conoce mi vida, por lo que mi nombre y todo lo demás es totalmente real. Ahora tengo 35 años y la parte de mi vida que os voy a contar ocurrió hace 25 años, cuando yo tenía 10.
    
    Como podéis imaginar por lo que os he contado, cuando yo tenía 10 años ya había follado y tenía muy claro que el sexo era lo que más me gustaba en la vida. Había follado con amigos del cole y alguna amiga, todos ellos bastante inexpertos, pero mi hermano mayor que tenía 16 si me daba toda la ...
    ... satisfacción que yo necesitaba. Éramos amantes y mis padres ni se enteraban, aunque él, Ignacio, tenía mala conciencia y cada vez me rehuía más. A eso se unía que mi relación con los chicos me dejaba algo vacía y yo sabía que necesitaba a una mujer a mi lado, porque las niñas, mis amigas, no me satisfacían como yo necesitaba. De todas las mujeres adultas que conocía y que yo intuía que me podían dar gusto, no había ninguna que yo pudiera sospechar que fuera una posible amante, incluida mi madre, a la que no me hubiera importado follarme en absoluto. Yo hacía tiempo que había vencido el tabú del incesto y ella me parecía súper atractiva, pero nunca vi en ella nada que me hiciera provocar un acercamiento de este tipo, es más, cuando yo le había hecho alguna caricia que iba un poco más allá de lo establecido, ella lo había cortado de raíz y, probablemente, lo habría atribuido a cierta curiosidad infantil. Si ella lo hubiera sabido en ese momento se hubiera desmayado. Con el paso de los años, mi madre ha conocido mi historia y le he contado este aspecto de mi atracción por ella en aquellos años y, aunque se ha sentido halagada, siempre me ha confesado que nunca le han gustado las mujeres y además le hubiera costado hacerlo con su hija, que encima era una niña. En fin, que desperdicio de cuerpo. Ja, ja…
    
    Pero mi oportunidad de cumplir aquel primer e intenso deseo de tener relaciones sexuales con una mujer adulta y experta se presentó muy pronto. Exactamente en el verano del ...
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