1. Un pequeño chihuahua, una gran verga


    Fecha: 02/09/2017, Categorías: Zoofilia Autor: pelosenlaspiernas, Fuente: SexoSinTabues

    ... la manera en que lamía con desesperación. De pronto comencé a sentir una contracción de mis músculos pélvicos, sabía que el orgasmo estaba cerca, la cabeza se hinchó más, ya estaba de un color violáceo, palpitaba en mis manos; yo me estiraba, me retorcía, apretaba la cabeza, el tronco, a veces cruzándome con la húmeda lengua del perro, que presuroso lamía mis dedos impregnados del olor del chorizo. También me gustó la sensación de su lengua sobre mis dedos, comencé a frotar rápidamente mis manos contra mi verga, el perro no se detenía, yo comencé a gritar, a contorsionarme de placer, hasta que poderosos chorros de semen brotaron de mi verga, esparciéndose sobre mi abdomen, sobre mi mano, sobre la cara del perro, un poco más sobre la alfombra y sobre el sofá. El chihuahua, que por un momento pareció asustado en parte por mi expresión y gritos de éxtasis y en parte por la potencia de mi eyaculación, se aturdió unos segundos, pausando su actividad, mientras yo terminaba de gemir como un loco. Unos segundos después, comenzó a lamer el semen directamente de mi glande, que ...
    ... estaba extra sensible pero no lo retiré, soporté que lo lamiera con aspereza, mientras yo gruñía y me sujetaba al sofá, limpió la cabeza en un dos por tres, y luego continuó con todo lo demás: el dorso de mi mano, mi abdomen, mis huevos por donde también había chorreado, cada lamida me procuraba una sensación indescriptiblemente agradable. Lamió hasta dejarme seco, hasta casi irritarme la piel, era evidente que le encantó. En cuanto me calmé y me vi liberado de las secreciones, lo aparté en seco y me fui a dar una ducha. Era tarde, mi esposa e hijo no tardarían en llegar, así que me di prisa pues tenía que limpiar la alfombra cuanto antes. Por suerte, el chihuahua ya había ayudado en gran parte al lamer el excedente tanto del sofá como de la alfombra, ahora sólo quedaba trabajar para quitar las manchas potenciales. El perro, sin embargo, me observaba y se movía a mi alrededor como pidiendo más, y claro que se lo dí, no en ese momento sino otro día, y a partir de entonces he vuelto a experimentar esta faceta con los perros, lo cual les estaré contando por aquí próximamente. 
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