1. UNA MUJER ME METE LA MANO EN EL METRO


    Fecha: 03/08/2019, Categorías: Humorísticos Autor: CarlosB11, Fuente: xHamster

    ... hacer, la mujer habló:“Por favor discúlpame si te estoy apretando mucho, pero por acá parece que alguien se acomodó. Te juro que a mí están empujando también… cosas de metro ¿no?.”Beatriz no supo que decir. No le pareció del todo convincente la explicación, pero tampoco correría el riesgo de quedar como una histérica fuera de lugar. Tal vez era cierto. Además la mujer tenía un tono amable y, de alguna manera, confiable.“Si po`, cosas de metro…” respondió resignada.Después de partir de la tercera estación y sin ningún cambio de posiciones, Beatriz comenzó a relajarse. Podía percibir que la mujer era más o menos de su altura y más bien delgada, según sus piernas que todavía envolvían una de las suyas. Por el rabillo del ojo había notado que tenía el pelo largo, negro y ondulado.La cercanía era tal, que podía incluso sentir la presión de sus pechos en la espalda.“¿Silicona?” pensó divertida y no pudo dejar de sonreír por su ocurrencia.“Ningún pecho natural es tan duro” y volvió a sonreír.Pero entonces la mujer hizo un movimiento que cambió el color de las cosas. Delicadamente abrió la chaqueta que vestía sobre una diáfana blusa y Beatriz pudo entonces sentir claramente la presencia de dos duros pezones que la marcaban.Su pulso se disparó. Una fuerte corriente eléctrica la recorrió desde los pies a la cabeza. Sus pupilas se dilataron y comenzó a respirar por la boca. Estaba en shock.La mujer entonces, disimulada por el vaivén del vagón, comenzó a mover sus pechos circularmente ...
    ... sobre Beatriz. Sus pezones eran dos gotas bailando una danza casi imperceptible y controladamente lenta.No cabía duda alguna. Estaba siendo acosada.Beatriz se pegó lo más que pudo al vidrio de la puerta, pero el frío cristal no hizo sino endurecer sus propios pezones. Aunque la rigidez era de un origen distinto, la coincidencia le pareció demasiado íntima. Su condición física y mental se presentó imprevistamente en su mente con una palabra: Morbo.La ordenada Beatriz estaba en medio de una situación de indiscutible morbosidad. Y eso era definitivamente nuevo.Tal vez esa novedad, sumada a la imposibilidad de salir de la situación con lógica y dignidad, hicieron que Beatriz no saliera del carro al llegar a la cuarta estación.“Dos estaciones más y se acabará todo”.Cuando el tren volvió a andar, la mujer continuó con su caricia encubierta. Beatriz se había separado ya del vidrio helado de la puerta, pero sus pezones seguían erectos. Tanto que el contacto de éstos con el algodón de su vestido se convirtió en una inobjetable sensación de agrado.“El puto vidrio” pensó intentando proyectar su cada vez más frágil culpa. “no soy yo, es el frío”.Sin embargo la rápida multiplicación de la sensación, ahora en toda su piel, echó por tierra su última tabla de salvación moral.La sensación no era sino placer. Un placer que galopaba sobre el miedo.Y Beatriz lo supo.La mujer entonces apoyó su mano derecha en la cadera de Beatriz. Primero muy sutilmente casi sólo con las yemas de los dedos, para ...