1. Negación - Capítulo 9


    Fecha: 01/08/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando volví a ser consciente de mí cuerpo alguien me tomaba la mano, acariciándome incansablemente. Todo estaba en silencio, salvo por el sonido incesante de un monitor que marcaba continuamente los latidos de un corazón. Mi corazón. Traté de abrir los ojos, pero me rendí casi de inmediato. No pude luchar contra el peso demoledor de mis párpados, decidí presionar la mano que me sostenía.
    
    - ¿Faby? – la voz de Claudia estaba llena de miedo – ¡Ya era hora! Me tenías… - no completó la oración y se largó a llorar.
    
    Me había imaginado la escena como en una película. Yo era el mártir inconsciente sumido en un coma profundo, ella era el familiar acongojado, que esperaba día y noche el despertar de su ser amado. Suponía que una vez que sintiera el apretón, correría a llamar al médico, pero ahí estaba el error, porque ella era un médico y no haría tal tontería de salir corriendo por el movimiento de un comatoso. Ese no era el estilo de la Dra. Bowen.
    
    Mientras mi amiga seguía en su lamentación, traté de luchar con mis párpados nuevamente, por alguna extraña circunstancia solo logré abrir a medias el ojo izquierdo. Mi lado derecho parecía seguir en un estado de letargo sin fin. Me enfoqué en mi amiga. Se sentaba a mi lado en un sillón, llevaba el pelo suelto, haciendo que sus rizos cayeran a raudales por su cuello. Se cubría la cara con las manos, guardé un par de bromas para el futuro, para molestarla por lo divertida que se veía llorando como una mujer de alta cuna. Ella ...
    ... era, de hecho, una mujer de alta cuna, pero se empecinaba a luchar con su herencia aristócrata.
    
    Cuando logró controlarse, nuestras miradas se encontraron, no sé qué vio en mí que no le gustó, porque volvió a cubrirse la cara y comenzó a plañir audiblemente por otros tantos minutos. No me gustaba que Claudia llorara, la había visto hacerlo muy pocas veces en la vida. De los dos, yo era el más sentimental, sin lugar a dudas. Pero verla así, tan descompuesta, sólo me hizo pensar que, tal vez, sólo tal vez, mi estado no era muy favorable. Me empecé a inquietar y el monitor me delató.
    
    - Shhh… ¡Está bien!... ¡Está bien!... ya pasó… - se golpeó ambas mejillas con sus manos – fue solo un momento de debilidad femenina.
    
    - ¿Estás bien? – pregunté. Mi voz sonó débil, ronca y apagada.
    
    - ¿A mí me preguntas si estoy bien? – Me miró con sus enormes ojos marrones abiertos de par en par, y luego se comenzó a reír. Cerré mi ojo, esperando a que el colapso nervioso en el que se hallaba inmersa llegara a su fin. Cuando encontró su centro, tomó mi mano.
    
    - Hola – dijo con dulzura, le dirigí media mirada con mi único ojo bueno.
    
    - Hola – le respondí, tratando en vano que mi voz sonara normal.
    
    - ¿Cómo te sientes? ¿Sientes dolor? – miró un matraz de suero que colgaba de un fierro desde la pared.
    
    - Me he sentido mejor – le conté – pero no siento dolor.
    
    - Bien… - pareció relajarse, un poco - ¿Me vas a contar que pasó?
    
    - No lo sé muy bien… - mentí.
    
    - ¡No me mientas! – me ...
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