1. Hice que mi madre cumpliera mis fantasías (tercera parte)


    Fecha: 18/07/2019, Categorías: No Consentido Autor: voyeur34, Fuente: CuentoRelatos

    ... poder, latiéndome, pulsando por el deseo de aquella deliciosa hembra. Lo sintió, pero aguardó. Sintió mi gran bulto sobre sus nalgas maravillosas, redondas y suaves. Se sentía la gloria. Ella solo giró su rostro para verme desde abajo, contemplativa. Con los labios entreabiertos que tanto me encantaban. Las tetas colgándole como ubres de vaca, esperando ser ordeñadas bajo el encaje que bordeaba la redondez de su figura.
    
    La tomé de las caderas y le hundí más mi verga entre sus nalgas tersas de satín negro. Ella gimió. Pero no se irguió aun. Entonces saqué mi verga de su prisión. Y así, en toda su amplitud, la deje caer sobre el nacimiento de su culo. Ella disfrutó el desenfunde. No se movió. Entonces tome mi palo y empuñándolo con precisión comencé a sobarlo contra sus nalgas, arriba abajo, mi cabeza recorría toda su hendidura anal ayudada por la suavidad del satín que le permitía deslizarse sin problemas, haciéndome sentir un enorme placer por la sensación que me causaba la tela. Ella cerró los ojos y disfrutó el momento. Quise verla de cerca y me acerqué más, agachándome. Y allí estaba, su tamalote, en todo su ancho y su largo, bajo el negro lustroso del satín de sus calzones deliciosos. Posé ahí mi camote, mi cabecita se acomodó justo en la entrada de su pepa. Y comencé a restregársela en esa zona exclusivamente, mi madre alucinaba del placer que sentía o eso quise pensar. Duramos así como cinco minutos. Después se enderezó y me tomó de la mano.
    
    ―Ven ―dijo con voz ...
    ... tierna―. Cumpliré tu fantasía.
    
    ―Por fin, madre.
    
    ―No me llames madre. Cuando hagamos cosas perversas como ésta, llámame por mi nombre, eso me excita ―yo lo hacía a propósito, quería que me pidiera que la llamara como una puta por su nombre.
    
    —¿Eso te hace sentir puta?
    
    —Sí.
    
    —¿Te gusta sentirte puta?
    
    — Sí, Monique. A todas nos gusta, pero lo ocultamos para no parecer zorras cualquiera ante la gente. Ya sabes, las apariencias.
    
    —Pues a mí me gusta llamarte así, siento que eres una deliciosa y fina puta.
    
    —¿De verdad?
    
    —De verdad —le dije mirándola a los ojos.
    
    —¿Que deseas?
    
    ―Quiero masturbarme contigo, que me dejes utilizarte.
    
    ―Este será uno de tus mejores orgasmos de tu vida, quiero que lo disfrutes.
    
    ―Eso…
    
    ―Shhh ―dijo tapándome la boca con su índice.
    
    Acto seguido mi madre se subió a un mueble que había en su cuarto y se sentó con las piernas muy abiertas, mostrándome todo su tremendo tamalote.
    
    ―¿Así lo querías tener, frente a ti?
    
    ―Sí.
    
    ―Agáchate y huele mi pepa.
    
    Obedecí.
    
    Me incliné y mi adrenalina corrió a doscientos por hora por mi cuerpo. Su vulva se abultaba bajo la tela, formando su delicioso tamal. Olfateé dos segundos y mis sentidos percibieron ese dulce olor a mujer, ese aroma fatal que nos hace amarlas y desearlas. También olía un poco a perfume, muy sensual.
    
    ―¿Te gusta?
    
    ―Sí Moni. Es hermosa.
    
    ―Rózala con tu nariz… ―lo hice, la punta de mi nariz la tocó a la altura de su clítoris, poco más abajo. Sentí la ...
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