1. Mi primera vez, que dolor; mi segunda vez... ¡ooohhh!


    Fecha: 14/07/2019, Categorías: No Consentido Autor: Svett, Fuente: CuentoRelatos

    Ya les conté que me hice novia-amante de Iván, que no quería que supieran de lo nuestro hasta que fuera yo mayor de edad. Por unos meses nos entregamos a la felicidad que nos proporcionaban nuestros cuerpos cada vez que nos fundíamos entre sábanas de hotel, pero una noche que estaba muy raro mi amante fuimos como siempre al hotel que era nuestro nido y todo normal hasta que cuando me estaba acariciando con su garrote mi vagina lo sacó y me dijo que me volteara. Yo me quedé como sin entender y entonces él se encargó de darme vuelta con mi cara contra la cama y entonces comprendí que me iba a penetrar por el ano lo cual me causó temor, pues nunca había tenido sexo anal; le pedí que lo hiciera despacio pues mi ano era cerrado y era estreñido, pero nada me dijo, solo acomodó su verga en mi rajada y empezó a meterla. Yo traté de moverme y me abría las nalgas con las manos para facilitar las cosas, pero me empezó a doler cada vez más hasta que no soporté más y le dije que se quitara. No me hizo caso y siguió presionando hasta que me lo intenté quitar de encima tratando de golpearlo y moviéndome fuertemente, pero él me inmovilizó con sus manos y me aplastó con su cuerpo, sentí que se me partía el culo y creo que grité al tiempo que me desmayé. El me siguió usando hasta que tuvo su orgasmo porque al despertar había semen escurriendo de mi ano y el dolor era insoportable; él ya se vestía y solo reía como tonto; entonces comprendí que estaba drogado. Yo no dejaba de sollozar y trataba ...
    ... de quitarme el dolor separando mis nalgas con mis manos como queriendo sacar algo que tenía y me causaba presión; fui al baño a limpiarme y me di cuenta que tenía algo de sangre. Me cambié mientras le reclamaba lo que me hizo y el solo sonreía tontamente, decidí dejarlo y me fui en taxi a casa; me fui sentada en una nalga porque con las dos asentadas me hacía sufrir el dolor.
    
    Al día siguiente le hablé y le dije que terminamos por lo que me hizo y por más que me dijo arrepentido y que lo perdonara lo corté. Para mí fue imperdonable su acto perverso que me dejó con problemas al caminar pues estuve muchos días caminando como lo hacen los pingüinos porque sentía que algo me atravesaba y me llenaba el culo molestándome.
    
    Así fue, aunque deseaba mucho y extrañaba su cuerpo y los orgasmos que me daba, no le permití verme en meses, incluyendo mi fiesta de cumpleaños que mi prima Olga me organizó. En plática con ella me dijo que a muchos hombres les gustaba el sexo anal y había que a veces dejarlos disfrutar de nuestros culos, que ella lo hacía con su novio con el que pronto se casaría. Entonces me dio instrucciones para permitir que mi esfínter anal fuera más flexible y me pudieran penetrar sin dolor; me habló de ejercicios, cremas y uso de cosas para hacer más grande el ano. Entonces seguí sus consejos por un tiempo y un día me di cuenta que al meterme el mango de un cepillo para el cabello cubierto con condón sentí mucho agrado, más cuando me lo giraba; descubrí entonces que ...
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