1. El calvario de Luciana (3)


    Fecha: 12/07/2019, Categorías: Hetero Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    A las seis en punto de la tarde la doctor Mónica S enfilaba la trompa de su camioneta 4 x 4 hacia el portón de entrada de la mansión de La Horqueta. Con su celular discó un número y cuando reconoció la voz de Elba dijo:
    
    -Abrime.
    
    Segundos después la médica avanzaba por la senda asfaltada que llevaba hacia el fondo, donde estaba el garage con los dos autos de Emilia, y estacionó su camioneta al costado de uno de ellos. Mientras se dirigía hacia la puerta de la mansión trató de dominar esa ansiedad que sentía desde que supo debería encargarse de una nueva presa. En su cartera llevaba todo lo necesario para el tratamiento: la droga y el péndulo de plata que usaba para las sesiones de hipnosis.
    
    Poco después Emilia y ella departían en el pequeño saloncito con vista al parque:
    
    -Ya estaba extrañando esto, Emilia. –dijo la doctora agradeciendo con un gesto a Elba, que acababa de depositar la bandeja con dos pocillos de café y la azucarera sobre la mesa ratona.
    
    -Te aseguro que yo también, Mónica. Ya estaba a punto de poner en acción a mis cazadores cuando apareció esta oportunidad.
    
    -¿Pero tenés mercadería aparte de esta nena?
    
    -No, tenía a esas tres que trataste hace un año y que eran buen ganado, ¿te acordás? pero ya estaban muy baqueteadas y las vendí.
    
    -¿A los de siempre?
    
    -A los de siempre, sí. –contestó Emilia con una sonrisa ladina. –Eran terneritas de 18, 20 y 21 y te imaginarás que para esos antros por baqueteadas que estén son diosas.
    
    La doctora ...
    ... movió la cabeza y preguntó: -¿Y ahora vas a manejarte con esta sola?
    
    -No, claro que no. En un tiempito voy a poner en campaña a los cazadores, pero de entrada pienso trabajar con ella solita porque no quiero dispersarme.
    
    La doctora bebió el último sorbo de café.
    
    -Ya la tenés preparada, supongo.
    
    -Por supuesto, con la dosis exacta del sedante, como de costumbre.
    
    -Bien, vamos. –dijo la médica y ambas abandonaron el saloncito rumbo a la celda de Luciana. En el camino Mónica dijo:
    
    -Acordate de que esta noche, después de la cena, le hacés tomar la droga que te voy a dejar. Esa pastilla y la hipnosis le van a ir reduciendo rápidamente su capacidad mental, su conciencia y su voluntad.
    
    -Sí, como a todas. –contestó Emilia.
    
    Por indicación de la doctora, Luciana había sido trasladada desde su celda a una habitación normal con baño en suite, en la que iba a recibir a la clientela una vez prostituida. Estaba tendida de espaldas en una cama de dos plazas, vestida y con los ojos cerrados. Emilia accionó la llave en la cerradura, empujó la puerta y se hizo a un lado para dar paso a la médica, que echó una larga y apreciativa mirada a la víctima.
    
    -Muy buen ejemplar, Emilia. ¡Muy buen ejemplar! –dictaminó por fin.
    
    -¿Cierto que sí? Creo que de lo mejor que he tenido. Además te cuento que es virgen.
    
    -¡¿Una virgen en estos tiempos?! –se admiró la doctora.
    
    -Una virgen en estos tiempos, querida, así que te imaginarás lo generoso que tendrá que ser quien quiera ...
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