1. ¡Ahora me tomo toda la lechita!


    Fecha: 11/07/2019, Categorías: Hetero Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Eran las cuatro y algo de una madrugada fresca, cuando me desperté por unos timbrazos urgentes. Mis padres se habían quedado en lo de mis abuelos, y mi novio salía con sus amigos. No tengo hermanos, y mis primos viven en otra provincia. Por eso, salvo que sea una emergencia, no entendía qué pudo haber pasado.
    
    Pero cuando abrí la puerta del dormitorio reconocí la voz de mi novio que gritaba.
    
    ¡Dale boluda, abrime Mica, no seas ortiva guacha, si yo te amo pendeja hermosa!
    
    Sus súplicas iban acompañadas de golpes revolucionados en la puerta y más timbrazos. Le abrí de inmediato cuando pensé en los hincha pelotas de mis vecinos, y casi no podía reconocer su rostro. Lo tenía desencajado, traía la mirada desenfocada y parecía acalorado. Tenía un aliento a birra y a marihuana que me tumbaba. Encima se hacía el estúpido y no quería entrar a la casa.
    
    Yo estaba con una remera larga y descalza, ya que como no lo esperaba solo dormía sin ropa interior, como más me gusta.
    
    Logré empujarlo y cerrar con llave.
    
    ¡vos sos un pelotudo Nico, mirá si los vecinos hacen bardo, o si estaban mis viejos… no podés tomar así forro, estás en pedo man… solo tomaste alcohol?, le decía mientras él trataba de callarme, o al menos de que hable más bajo. Me dijo que tomó mucha birra, que se dio un saque y que se le partía la cabeza.
    
    No duró nada de pie. En cuanto se sentó en el sillón fui a la cocina para traerle algo de tomar. En ese momento me re maquiné tratando de entender por qué ...
    ... estaba tan sensible. ¡Si me cagó con una pendeja en el boliche lo reviento!
    
    ¿Habrá chocado el auto de su amigo, y se sintió tan cerca de la muerte que temió perderme? ¿Se habrá mandado algún pedo con la tarjeta de crédito? Todo eso pasaba por mi mente mientras servía un jugo de limón para llevarle.
    
    Pero todo se disipó cuando volví al living. El turro estaba con el pantalón en los tobillos, el bóxer en las rodillas y la poronga en la mano. Recién ahí me miró bien a los ojos mientras se pajeaba re cebado.
    
    Tuve miedo que se lastimara el pito por cómo se la sacudía y apretaba.
    
    ¡vení Mica, sentate al lado mío que te voy a dar un regalo nena, si nadie te ama como yo!, balbuceó con dificultad, con la voz pastosa y la respiración en jacke. Lo hice algo confundida, y me agarró la mano para que le sobe la pija. Estaba tan rígida, hinchada y con tanto juguito que pensé que no iba a demorar en ensuciarme la mano.
    
    ¡Dale Mica, ahora chúpame la pija nena, quiero que mi novia me haga un rico petizo!, dijo apenas le toqué los huevos.
    
    Le puse cara de asco, y creo que hasta de odio. Lo hablamos muchas veces, y él sabía de sobra que me da cosa chuparla. Pero esa vez sentí ganas de hacerlo, y más cuando notaba que su erección iba en aumento. Me agaché y le di unos cuponcitos a su tronco, y luego le trancé la cabecita de la chota y me enamoré del sabor de su presemen.
    
    Además escucharlo decir: ¡así chiquita, lamela más, toda toda, metela en tu boquita, escupí mi amor, ganate mi ...
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