1. Cuckold


    Fecha: 09/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: MorboCornudo, Fuente: SexoSinTabues

    Me contactaron por recomendación de una pareja amiga. . Hablé por telefono con el marido. No tenían ninguna experiencia y buscaban un tercero para jugar al cuckold. -¿Estas seguro?. Vas a abrirle la puerta a un mundo del que quizás no puedas volver- le dije con intención de disuadirlo. -Peor es no animarse a hacer lo que uno desea- respondió. Me pareció que era un hombre que sabía lo que jugaba y su decisión lo trascendía. Acepté. -Que tu mujer no se produzca, que se vista como lo hace todos los días en tu casa- Se sorprendió. Ellos, me dijo, habían pensado en que se vistiera de una manera especial. Insistí. Si quería jugar, jugaríamos. Le pensaba coger la esposa, no a una mujer disfrazada de puta. El principio fue una cena. La mujer en ojotas, una remera de todos los días y pollera acampanada, sin pinturas ni alhajas. Hablamos de los hijos, los de ellos, los mios; de fútbol, de cine. A los postres ya nos animamos a intentar arreglar el mundo. El problema ambiental era el tema cuando ella comenzó a levantar la mesa. Al colocarse a mi lado metí mi mano por debajo de la pollera. Fueron unos segundos, los suficientes para manosearle la concha por encima de su tanga. Fue un gesto grosero, yo mismo me sorprendí. Su rostro ni se alteró, pero miró de una manera tal que me convenció de que había acertado. -Me alegro que no te depiles toda- le dije para acentuar la situación. No respondió, se perdió en la cocina con la pila de platos. Fui tras ella. El marido sentado, en silencio, ...
    ... sin saber que hacer. Estaba acomodando todo en la pileta de la cocina cuando la sorprendí por detrás apoyándole mi erección en el culo y manoseandole las tetas. No fue por mucho tiempo. Se dió vuelta y me comió la boca refregándose contra mi. Me hizo parar el palo de tal modo que tuve que apurarme a dejarlo suelto para que no me doliera. Cuando lo sentí en el aire rozandole la pollera la tomé de los pelos y la hice bajar para ponerselo en la boca. En eso estábamos cuando entró el marido a la cocina. Lo ignoré. Acariciaba el cabello de su mujer en silencio para que se escuchara el ruido que hacia al chuparmela. -Pará putita- le dije alzándola de los pelos-vamos a la cama. Me tomó de la mano y salimos de la cocina. Al pasar al lado de él, le dije con voz amable: -Fijate si hay alguna gaseosa para llevarnos. Cuando llegó con la bandeja, vasos y botella, ya la tenía a su mujer en cuatro patas, mirando para la puerta y cogiendola de manera deliciosa. Suave, lento y profundo. Con mis manos la tomaba de las caderas, casi como una caricia. Se quedó petrificado, con su bandeja, en posición francamente ridícula. Lo miré mientras mojaba mi pedazo en esa laguna que había surgido de entre las piernas de su mujer. La tomé del cabello para levantarle la cabeza. Que la viera, que ella lo viera, mientras yo la gozaba. Ahí nomás se le escapó su primer orgasmo. Escuché el tintinear de los vasos sobre la bandeja y entendí que no era casual. -Dejá la bandeja en el piso y ponete en bolas, dale- le ...
«123»