1. Mi aventura con las hijas de los vecinos


    Fecha: 09/07/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Primero de todo, soy el que cuida de las hijas de mis vecinos cuando ellos se van a trabajar o de fiesta, que suele ser casi a diario. Una de las hijas se llama Andrea y la otra Ana, de 11 y 9 años respectivamente. Su padre apenas las hace caso así que supongo que ese es el motivo por el que está tan apegada a mí. Incluso me llaman papi, y eso al prncipio me hacía gracia hasta que poco a poco pensaba en aprovechar esa ventaja para hacer de ese par de tiernas niñas mis novias personales. De esa manera, un día que sus padres se tenían que ir de viaje un par de días a otra comunidad me dejaron al cargo de las niñas, como era costumbre, y me dieron permiso para dormir en la habitación de invitados. Si supieran. Pues bien, la mañana transcurrió normal. Las niñas se fueron a bañar a la piscinita de plástico que tenían en el jardín, ya que era verano, y así podía ver sus pequeños cuerpecitos desnudos, tapados únicamente por unos apretados bañadores de cría. Lo que me sorprendió fue que cuando me vieron, Ana y Andrea se colocaron en una posición demasiado obvia para hacerla inocentemente. Las dos se pusieron de pie, con el culo en pompa, y comenzaron a moverlos mientras se reían. Aquello me pareció raro y no le di importancia. De que acabaron de bañarse, les dije que fueran a la bañera para cambiarse y cuando salieron lo hicieron en braguitas, pues con el calor que hacía no querían ponerse nada más. Les dije que no pasaba nada y así me deleitaba la vista con su preciosa piel. Al ...
    ... comer, las dos se sentaban cerca de mi y me hablaban de sus cosas, de lo que habían hecho durante el curso y demás, como si fuese su padre. Y justo eso fue lo que me sorprendió, cuando Ana, la más pequeña, dijo: - Ojalá fueras tú nuestro padre. Eres más bueno y nos haces caso. Andrea asintió a lo que dijo su hermana, y añadió: - A ti si te haríamos caso, no a él. Él es un tonto. Yo reía internamente ante la actitud de las niñas, pero en ese momento vi la oportunidad de sacar partido de esas inocentes niñas. Así que sin más les propuse lo siguiente: - Bueno, si queréis yo puedo ser vuestro papá. Pero no podéis decirselo a nadie, nunca. Sólo lo tenemos que saber los tres. Si alguien se entera, me iré para siempre y tendréis que estar con ese papá tonto que no os gusta. Ellas, asustadas, negaron con la cabeza y se abrazaron a mis brazos. Luego les dije que me tenían que llamar sólo por mi nombre cuando estuvieran sus padres u otra persona delante, pero si no podían llamarme daddy o papi. Cuando acabaron de comer, fuimos los tres al salón y bajamos las persianas, con toda la casa oscura pusimos la tele y vieron dibujos. Y durante ese rato me dediqué a acariciarles la espalda y el vientre, haciendo que rieran. Luego Andrea, un poco más espabilada que su hermana menor, me preguntó una cosa que sería el declive a mi diversión durante el resto del verano: - Papi, ¿qué es eso que tienes ahí? Y como es obvio señalaba mi miembro erecto en el pantalón corto que llevaba. Lo cierto era que ...
«123»