1. Lilia


    Fecha: 23/06/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Esto que voy a relatar no es una fantasía ni un deseo que por frustrado dio origen a que se realizara en la imaginación. Es historia, historia cumplida, cuya falta a la verdad será sólo aquello de lo que no me acuerde por no haber tenido importancia en su momento. A los catorce años de edad vivía yo en la Colonia Industrial, cercana a la Villa de Guadalupe en la Ciudad de México. La verdad es que era una zona residencial de clase media que sólo tenía de industrial los nombres de las calles que eran de fábricas. Frente a nuestra casa y un poco más adelante, vivía una familia de gente muy morena, que según se decía, eran de la Costa Chica del Estado de Guerrero. La familia constaba de padre y madre, personas de cincuenta o más años, una hija de unos veintinueve o treinta años, (apetitosa de veras) y la nieta, una niña como de once años que es el personaje principal de esta historia. Se llamaba Lilia, era morena retinta, de estatura normal para su edad pero de desarrollo muy aventajado para esta; tenía en el pecho dos naranjitas que prometían mucho y cuando se le veía de espaldas o de perfil se podían apreciar las mismas formas estupendas de la mamá pero a escala. Su conjunto identificaba la cruz de su parroquia: era costeñita cabalmente. Cuando todavía iba yo a la escuela primaria la veía salir muy abrigada por las mañanas y seguir mi mismo camino mostrando siempre la actitud de quien tiene mucho frío aun cuando no lo había en realidad. No sabía yo más de ella. Pero sucedió, ...
    ... y aquí comienza la historia, que alguien falleció allá en su tierra y la familia tenía que estar presente en el funeral. No podían llevar a Lilia porque perdería las clases y los exámenes que estaban por venir, así que la encargaron por tres o cuatro días con mi tía que era la cabeza de nuestro hogar. Llegó con su mamá quien muy agradecida le entregó a mi tía el bultito de ropa, un dinero para su manutención y varias recomendaciones sobre la conducta de la niña y sus obligaciones escolares. Ella, con una seriedad artificial en la que adiviné que era una picara de lo peor, decía a todo que sí con la cabeza. Se quedó pues y dormiría en el mismo cuarto de mi tía. Ya para en la noche, la pequeña comenzó a dar muestras de lo que era: empezó a hablar y no hubo quien la callara nunca, hasta que salió de la casa; en cuanto llegaba de la escuela esto era hablar, corretear y gritonear hasta que se acostaba. Y de las tareas de la escuela, nada. Era una verdadera plaga. No era bonita, pero era graciosa. Acababa haciéndonos reír porque no podíamos hacer otra cosa. Yo cursaba segundo año de secundaria y en verdad la escuela sólo me interesaba porque allí se jugaba frontón a mano; en los estudios salía bien pero nada más. En el frontón tenía por pareja a un tal Cupido y éramos buenos, jugábamos partidos de apuesta y era difícil que nos vencieran; Acabábamos con las manos a punto de reventarse de lo hinchadas que se nos ponían. Ese ejercicio y el sol pleno bajo el que lo jugábamos me habían ...
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