1. La lesbiana que me comvirtio en su putita 2a parte


    Fecha: 18/06/2019, Categorías: Lesbianas Autor: mimadaa1, Fuente: SexoSinTabues

    ... otra vez con ellos. - Pero mi amor ¿Por qué? – dijo la novia, en mala hora porque Gilda se levantó del piso en donde me estaba chupando exquisito y le volteo la cara de una cachetada salvaje - A mi ningúna perra me cuestiona, ni tú, te tengo para cogerte no para que digas pendejadas - Le dijo Gilda a la novia, mientras yo era un manojo tembloroso de nervios, calentura y excitación. Agarró a la vieja fuerte del brazo y la aplasto sobre la tapa de la taza del baño – abre las patas pendeja, para eso deberías de servir – le gritó. La mujer quedó a mi altura, así que Gilda volvió hincarse y se me prendió bien rico de la panocha, casi me succionaba el cerebro, una cosa deliciosa, me estaba volviendo loca del placer, me retorcía, me revolcaba de un lado a otro de la pared. Abrí un segundo los ojos y vi que con la otra mano le estaba picando bien rico la pepa a la novia ¡Aaaaaaaaaaaaaaag! No!!! que delicia, jamás pensé que me llegara a suceder en la vida, pero en ese momento mi calentura y toda la excitación, la depravación que sentía me hicieron estallar y un chorro tremendo me salió de la panocha. Gilda se bañaba en él atacada de risa como un macho orgulloso de su hazaña y ...
    ... seguido de mi la otra vieja comenzó a gemir como una puerca y otro chorro. ¡Wooow! Eran como sus grandes medallas, el p hombruna se regodeaba feliz de su logro. - Ya vieron perras, para esto es para lo que me sirven y para todas hay. Yo todavía estaba débil y sintiendo las convulsiones del orgasmo de mi vida, pero si me quedaba ahí no se qué podría pasar. Me bajé la falda y salí corriendo de ahí, me acosté en el asiento de atrás del coche y todavía me revolqué como una puta alimaña picoteándome de nuevo la panocha con las imagines vivas de aquello. Con sólo imaginármelo otro chorro salpico todo el asiento, sentía que la vida se me iba de placer en ese momento, la aventura más exquisita de mi vida. A lo lejos vi como Gilda a empujones metía al asiento del copiloto de un coche a su vieja y ella abrió las patas como macho para treparse en el del piloto y arrancó como una loca, supongo la iba a dejar a su casa y a cambiarse después de aquel batidero. Ya no me importa si hay trámites o no, yo ya no puedo vivir sin esas chupadas y picoteadas que me vuelven la perra más dichosa del mundo, quizás mañana mismo esté de regreso por aquellos, los que ahora son mis rumbos favoritos. 
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