1. Mi Prima y yo


    Fecha: 15/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Tengo una linda primita de sólo 18 años, y desde hace un tiempo noté cómo curiosamente empezó a coquetearme, sobre todo en ocasiones en que quedamos a solas. Se llama Claudia, es blanquita de figura delgada, pero con formas armoniosas. Sus carnosos labios rosaditos y sus bellos ojos color miel, la hacen aún más hermosa, toda una ricura de niña, sobre todo cuando juguetea con su largo cabello castaño. Siempre se caracterizó por ser precoz, sobre todo ahora que gusta del maquillaje y la ropa provocativa. Cuando la veo su cuerpo realmente me cautiva, al punto que en noches pasadas tuve fantasías sexuales con ella, convirtiéndose en una dulce obsesión que tengo que contener cuando está cerca de mí.
    
    Una tarde pasé por su casa y me animé a visitarla. Abrió la puerta dedicándome la mejor de sus sonrisas: "Hola, qué bueno que viniste para acompañarme." Me dio un cariñoso beso con inocultable alegría. Estaba sola y eso estimuló mis tentaciones. "Ven, ayúdame con las tareas mientras llegan mis padres, porque van a tardar." Tomándome de la mano, me llevó directamente a su cuarto y me sentó sobre su cama al lado suyo para enseñarme sus libros. Mientras la contemplaba, aquella soledad cómplice trajo a mi mente los húmedos sueños que tenía con ella. Llevaba su graciosa faldita sobre las rodillas y una blusita blanca que dejaba notar las aureolas de sus tiernos pezones. "Cómo pudiera cogerte ahora" pensé, apuntándole libidinosas miradas. Sus piernas se veían tan ricas que sentí ganas de ...
    ... morderlas. Conversábamos largo rato y ella no dejaba de sonreírme y de a pocos fue aproximándose hacia a mí. Inesperadamente, posó su manita sobre mi pierna, justo por donde mi miembro ya se estiraba. Con sus dedos, tocó mi pene duro y nos miramos fijamente a los ojos. En ese instante, rompí todas mis inhibiciones y tomé su mano apretándola contra mi glande, mientras que la otra avanzaba amenazadora por su suave muslo, buscando ansiosamente su conchita. Al llegar a su ropa interior, metí mis dedos hallando su rajita cubierta de escasos pelitos y la palpé suavemente. De inmediato abrió mi cremallera y tomó mi verga. "¡Qué grande la tienes, y qué gruesa!" exclamó emocionada. Creí que ya me la iba a chupar, pero sólo se limitó a jugar frotándomela con mucha gracia. La besé en la boca introduciéndole bruscamente mi lengua mientras ella aceleraba más y más las caricias en mi pene que no cesaba de endurecerse y crecer.
    
    Casi sin darnos cuenta, nos quitamos la ropa sumidos en profundos besos. Un gran placer me invadió al admirar su cuerpo totalmente desnuda. Parecía una joven diosa. Fue fascinante además, ver su inocente mirada mordiéndose los labios colmada de deseo. En silencio, pellizcaba sus pezones visiblemente erectos y el sedoso vello de su pubis brillaba ligeramente con la luz de la habitación. Me abalancé de inmediato sobre ella y mordí sus senos, aquellos que antes sólo me atrevía tímidamente a mirar. Fui bajando por su frágil cuerpo y al explorarla disfruté la exquisita ...
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