1. La triste rutina matrimonial


    Fecha: 15/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Anal Autor: Blangis, Fuente: xHamster

    Aquella noche de sábado no prometía nada que no fuese rutina. Después de la cena, con los niños ya recogidos, nos metimos en la cama dispuestos a terminar una película que habíamos comenzado a ver por la tarde.Delys, mi esposa, se hallaba a mi lado en la cama, concentrada en la pantalla, desnuda y con su hermosa melena roja suelta sobre la almohada. Es una mujer de 41 años, grande, de voluminosos senos y trasero macizo. Relajados sobre las sábanas, terminamos de ver la película. Encendí una luz tenue y me incorporé sobre ella. A continuación, comencé a deslizar mis manos sobre su piel suave y cálida. La encontré dulce y receptiva, devolviéndome caricias y besos. En la penumbra de la habitación su sonrisa, sus rosados y apetecibles labios, me invitaban a continuar jugueteando con sus sublimes carnes.Los besos se fueron tornando en suaves mordiscos al tiempo que mis caricias iban volviéndose cada vez más rudas. Su respiración se agitaba entre mis labios y sus manos iban de mi torso a mis hombros, de mis muslos a mis testículos. Agarre sus pechos con fuerza y pellizqué sus rosados pezones mientras sentía una deliciosa retahíla de quejidos y risitas que se deslizaban entre sus dientes y acariciaban mi tímpano trazando un placentero camino por toda mi espina dorsal. Tras unos instantes de apasionados morreos y reiterados magreos de culo y tetas, me lance a amasar y mordisquear las redondeces de su vientre. Un festín de turgencias y ternuras que se ofrecía lujurioso a mis manos ...
    ... ansiosas y mi ya babeante boca.A esas alturas, Delys estaba ya visiblemente excitada y, acariciando mi erección, abrió sus piernas para ofrecerme el rosicler de su bonito y depilado coño. Me amorré de inmediato para oler esa penetrante y embriagadora fragancia que habitualmente desprende su flor y acto seguido comencé a libar el delicado néctar que me brindaba.Delys comenzó a resoplar. Yo, completamente engorilado, me la devoraba ferozmente y aprovechaba para deslizar fugazmente mi lengua por los pliegues de su ojete, saboreando con desesperación todos y cada uno de los exquisitos manjares que su intimidad abergaba.Toda cachonda y mojada, la cerdita me solicitaba con insistencia que le comiera el culo. Me incorporé y la agarré por la melena mordiendo sus labios.-¿te apetece que te de unos correazos?- le susurre al oído. De inmediato, su voluptuoso cuerpo acusó un pequeño espasmo mientras sus encendidas mejillas enmarcaban una sonrisa que no dejaba lugar a la duda.Abandone el lecho, dejándola sobre él abierta y desnuda, y abriendo un cajón de la cómoda, tome uno de mis cinturones. Cuando me di la vuelta ya estaba ofreciéndome su culazo en pompa, mirándome de reojo con su preciosa naricilla pecosa y esa sonrisa que es la viva expresión del deseo.No lo dude ni un instante, extendí el cinto y comencé a azotarla en el culo, los muslos y hasta en la planta de los pies. Su cuerpo se sacudía mientras yo la castigaba de forma cada vez más enérgica. Sus quejidos y risas se confundían ...
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