1. Pajas con la lencería de Silvana


    Fecha: 10/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: beto69, Fuente: CuentoRelatos

    Silvana A. era una chica de 22 años, rubia, bonita de cara, rasgos de adolescente con mirada pícara y un cuerpo maravilloso: de tetas 91, cintura 62 y cadera 89, y su estatura era de 1.61. Esas medidas me las dijo ella, un sábado a la madrugada que llegó a mi dormitorio borracha, sola, pues casi todos los días llegaba a su pieza de estudiante con algún chico.
    
    Silvana tenía un cuarto al lado del mío, en la casa que alquilábamos juntos cerca de la Universidad. Como su cama daba justo contra la pared medianera de mi habitación, casi todas las noches o siestas escuchaba como cogía.
    
    Silvana era muy putita, no tenía una relación estable, sino que salía con todos los varones que elegía. En esa lista yo no estaba.
    
    Después de una semana de compartir la casa y haberla escuchado gemir con otros y verla todos los días levantarse en tanga y corpiño, empecé a hacerme la paja.
    
    Al principio me pajeaba cuando la escuchaba revolcándose. Esto era casi todos los días. Luego me hacía la paja, aunque ella no estuviese. Al cabo de dos semanas, las pajas por ella eran tres o cinco por día, todos los días.
    
    Una noche que ella se había ido a buscar sexo, sabiendo que no volvería hasta dos días después, y aprovechando que la cerradura de su pieza tenía la misma llave que la de mía, entré a su cuarto.
    
    Mi intención original era hacerme la paja y volcar mi leche tirado en su cama. Sobre esta, que estaba desarreglada (con manchas de flujos y semen) se encontraban desparramados una ...
    ... minifalda, un corpiño y una tanguita. Ni lerdo ni perezoso las agarré y empecé a oler esas prenditas y a pasármela por mi pija al palo.
    
    La bombachita, roja, con encajes, pequeñísima, con un hilo para el culo, olía a sus juguitos. Se me ocurrió ponerme la tanguita. Apenas me entró, pero el contacto de la telita hizo que mi pedazo sobresaliese por arriba de la tanguita. Me acosté boca abajo y me refregué contra las sábanas, besando su corpiñito. Estaba en lo más lindo, ya había empezado a mojar la bombachita con mis líquidos, cuando me día cuenta que tenía su placard a mi disposición.
    
    Me levanté, con la pija saliendo por el costado de su bombachita y el hilito metido en mi cola, y empecé a revisar sus cosas.
    
    Encontré muchas bombachitas y corpiñitos, todos provocativos, diminutos, hasta que encontré dos bodys, uno negro y otro blanco. Estaban limpios.
    
    Olían a su perfume francés de imitación.
    
    Me saqué la tanguita y, con mucho esfuerzo, me puse el body blanco. Ella tenía un espejo en una de las puertas del placard. Vestido con la lencería comencé a pasearme como si fuera una putita, como ella.
    
    Finalmente me tiré sobre su cama y con su almohada entre mis piernas empecé a pajearme sin usar las manos, sólo la pija grandota contra la seda sintética y la almohada. Acabé tanto que enchastré ésta y las sábanas. Y me dormí en su cama.
    
    Me desperté como a las 7, y al verme vestido con su body me hice otra paja. Acabé igual de mucho. Me levanté, busqué el otro body e hice lo ...
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