1. La historia de Ángel, solo era un muchacho (13)


    Fecha: 11/05/2019, Categorías: Gays Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    David avanzó por el pasillo llevándome cogido en sus brazos, yo le abrazaba el cuello para hacérselo más fácil. Como íbamos mojados dejaba la marca de sus pasos en el suelo y las gotas que caían de nuestros cuerpos mojados, escuchaba a los que venían detrás de nosotros y rogué para que no resbalaran sobre el suelo húmedo.
    
    Me sujeté bien a su cuello y recosté la cabeza en su pecho. David era muy fuerte y lo demostraba el espectacular cuerpo que tenía. Llegó a la puerta y para dejarse una mano libre me colocó las piernas abrazándole la cintura, crucé los pies en la baja espalda y él me sostenía con una mano bajo mi culo.
    
    Llegamos ante la cama y alguno de los que entraron después encendió la luz. Con la mano que tenía libre descorrió las ropas de cama tirándolas por el suelo y me depositó sobre el colchón, seguía abrazando su cintura con mis piernas y él cayó arrodillado entre ellas.
    
    Sentía la dureza de su verga entre mis nalgas apretada contra el ano, pero se deslizó evitando el contacto. Su cara estaba a treinta centímetros de la mía, lo justo para enfocar mi mirado en la suya. Los azules ojos de David parecían un cielo claro al mediodía, se aproximo hasta que la punta de nuestras narices se tocaron y me habló soplando en mis labios.
    
    -Estas precioso, quiero tomarte, entrar en tu cuerpo. -como respuesta abracé más fuerte su cuello para que su boca se juntara con la mía.
    
    Su lengua jugaba explorando entre mis dientes y se la mordí un poco fuerte haciéndole que ...
    ... gimiera. Notaba a nuestro lado el cuerpo de otras personas pero yo estaba centrado en David, en sentir su lengua moviéndose en mi boca, acariciando mi lengua.
    
    Me sentía emocionado, y no solo por estar debajo de un hombre pleno de virilidad y hombría, también sentía la emoción de haber sido elegido por el supremo macho. En la piscina había una docena de apetecibles jóvenes deseosos, ellas y ellos, de que David les prestara atención, y allí estaba su marido Oriol, el más bello efebo que yo había visto, y su amante Alberto, pero el macho alfa me había escogido a mi entre todos ellos para hacerme el amor y germinarme el vientre.
    
    -Besas muy rico pequeño. -dejó de besarme la boca para bajar a mi pechos y empezar a lamerme las tetillas y a morderlas.
    
    Cerré los ojos para embriagarme de las sensaciones que David me transmitía chupándome las tetitas, y a veces tenía que apretarle la nuca para aplastarle la cara en mi pecho, cuando era imposible resistir aquel placer y quería que se detuviera. Me besaba el ombligo metiendo la lengua, y de repente me sujetó las piernas por los muslos y me las elevó pasándolas por encima de mi cabeza, dejando mis hombros y la nuca como único apoyo sobre la cama, bajó la cabeza metiéndola en mis nalgas y su lengua lamió el ojete de mi culo.
    
    -¡Ahhhhh! -dejé salir un profundo suspiro gozando la lamida que me daba en el ano y abrí los ojos. Oriol tenía la cara muy cerca de la mía observando mis reacciones, estaba arrodillado a cuatro patas y por ...
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