1. Mi adolescencia: Capítulo 43


    Fecha: 04/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Adolescente, Fuente: CuentoRelatos

    Sé que mi estado de embobamiento hacía Iñigo era muy pueril y tontorrón. Pero al fin y al cabo solo tenía 18 años y nunca antes había estado enamorada (obsesionada sí, pero enamorada no). Por lo que con un poco de cautela y manteniendo cierta frialdad le llamé por teléfono para quedar. Me mostré fría, indiferente, distante y un poco enfadada por teléfono. Al fin y al cabo no habían pasado ni 24 horas desde que le dije que no quería volverle a ver y debía dar una imagen inflexible de que mi palabra de aquel momento tenía su valía. Por lo que quedamos en una cafetería cerca de mi casa. Desde un principio se mostró como el Iñigo respetuoso, caballeroso y educado de siempre. Se disculpó una y otra vez por lo que había pasado en el ascensor. Y me rogó que le perdonase. Yo sabía muy bien lo que le había pasado (en mi corta experiencia con Edu, Rafa y David sabía muy bien que hay determinados momentos que el deseo sexual ciega literalmente a los chicos). De todos modos yo me hice de rogar. Me hice la dura. La distante. La ofendida. Puede que le comprendiera y entendiese su razón, y puede que estuviese muy enamorada de él, pero eso no era motivo para ponérselo tan fácil, por lo que simplemente le dije que necesitaba unos días para pensármelo y que ya le llamaría. Yo ya sabía en ese momento que estaba loca por volver por él y que no iba a cortar con él, pero merecía una lección por su comportamiento violento sexual del ascensor. Me faltó al respeto y eso debía pagarlo.
    
    Por lo que ...
    ... durante tres largos días no hubo llamadas de teléfono entre ambos. Es más, empleé ese tiempo para quedar con mis amigas y olvidarme momentáneamente de Iñigo. Al cabo del tercer día, que era viernes, ya le llamé para hablar. Nuevamente quedamos en la misma cafetería y, nuevamente, dejé que se volviera a disculpar, justificar y a suplicar para que volviéramos. Yo me mantuve distante, fría y seria todo el rato. Finalmente, de un modo indiferente, acepté a sus pretensiones pero sin dejar de lado mi expresión distante. Le maticé: “Eso sí, poco a poco. Tenemos que ir poco a poco”. Él asintió sonriendo. Su cara se volvió feliz y de repente recobró el entusiasmo y la ilusión que siempre le caracterizó. Bueno, también recobró la belleza de sus ojos y de su rostro el cual andaba muy apagado desde el incidente del ascensor. Por lo que durante los siguientes días nuestra relación pasó a ser muy light, es más, solo besos y achuchones, nada de acostarnos y mucho menos llegar a cabo sus fantasías con la ropa y demás. Además, justo esos días fue cuando tuve las pruebas para la Agencia de Azafatas y Eventos y para ser figurante en un anuncio, por lo que mi atención estuvo muy centrada en ello.
    
    Tampoco es que su ayuno sexual fuese una condena porque al cabo justo de una semana decidí levantar el castigo y volver a decirle qué podíamos volver a nuestras fantasías de siempre. Eso sí, quise mostrárselo con los hechos, no con las palabras, para que así fuese una sorpresa mayor. Por lo que le ...
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